Una trama llena de vuelcos, una alegoría social y escenas de contundente violencia son los ingredientes de «El juego del calamar», la última serie distópica de Netflix que se ha convertido en un fenómeno global surgido de Corea del Sur.
Existe una gran similitud con «Parásitos», que en 2020 se convirtió en la primera producción no inglesa en ganar el Óscar a mejor película, pues sus protagonistas surgen de las clases más marginadas de la sociedad.
Personas hundidas por las deudas, un precario trabajador inmigrante o una desertora de Corea del Norte compiten en juegos infantiles para ganar 45,6 billones de wones (38 millones de dólares). Si pierden, lo pagan con la vida.
La trama ha demostrado ser enormemente popular entre la audiencia mundial. En apenas unos días tras su estreno el mes pasado, el máximo ejecutivo de Netflix señaló que «era muy probable que se convirtiera en su mayor producto hasta la fecha».
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La serie, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk, ratifica la creciente influencia de la cultura popular surcoreana, con fenómenos mundiales como el grupo de K-pop BTS.
Para los críticos, más allá del origen de la producción, la explicación de su éxito radica en los temas de la serie y su crítica a la sociedad y a la desigualdad.
En febrero, Netflix anunció planes para invertir 500 millones de dólares solo este año en series y películas producidas en Corea del Sur.
«En los últimos dos años, hemos visto como el mundo se ha enamorado del increíble contenido coreano, hecho en Corea», dijo el codirector ejecutivo de la plataforma, Ted Sarandos.
La historia del país está repleta de guerras, pobreza y gobiernos autoritarios, ante los que sus artistas han respondido explorando el poder, la violencia y las cuestiones sociales.
Esto ha creado una vibrante escena cultural que, en diferentes formatos, ha llegado a amplias audiencias internacionales.
Al comienzo, los dramas coreanos alcanzaron una enorme popularidad en las televisiones de Asia. Después su cine fue galardonado en numerosos festivales europeos y los grupos de K-pop, han ganado muchos seguidores.
Apuesta difícil
El director de «El juego del calamar», Hwang Dong-hyuk, terminó su guión hace una década pero las productoras rechazaban apostar por una historia que consideraban «demasiado sangrienta, extraña y difícil».
Sus trabajos anteriores habían tratado temas como el abuso sexual, la adopción entre países o la discapacidad, todos ellos inspirados libremente en hechos reales.
Su primera producción televisiva incluye referencias a traumáticas experiencias colectivas que han quedado grabadas en la memoria del país, como la crisis financiera asiática de 1997 o los despidos de 2009 en el fabricante de automóviles Ssangyong Motor.
Por: AFP