Australia ha registrado una nueva ola de contagios de una bacteria devoradora de carne. Los científicos están investigando estos casos muy de cerca.
En los últimos años, los casos de esa enfermedad, conocida como úlcera de Buruli, han proliferado en la zona costera al sureste de Australia.
La úlcera deja la carne corroída y gangrenosa. El tratamiento incluye los mismos antibióticos que se usan en el tratamiento de la lepra y la tuberculosis
Se han reportado casos de úlcera de Buruli en 33 países, sobre todo en África, donde una falta de acceso a la atención sanitaria a veces significa que la enfermedad sigue su curso durante meses, por lo que llega a provocar desfiguraciones y discapacidades, señaló The New York Times.
Las características clínicas y epidemiológicas de los casos varían en los diferentes países y entornos. En África, por ejemplo. un 48% de los afectados son niños menores de 15 años, mientras que esa franja etaria representa el 10% en Australia y el 18% en el Japón. No existen diferencias importantes entre las tasas de hombres y mujeres afectados. En África, antes de los 20 años hay un ligero predominio de la enfermedad en los hombres, y superada esa edad son las mujeres las más afectadas, explica la Organización Mundial de la Salud en su página web.
El organismo mencionó que esta bacteria se manifiesta inicialmente como una hinchazón (nódulo) indolora. Puede comenzar también como un endurecimiento indoloro o una inflamación difusa e indolora de las piernas, los brazos o la cara (edema). La enfermedad evoluciona sin dolor ni fiebre. En ausencia de tratamiento, pero a veces incluso durante el tratamiento antibiótico, el nódulo, placa o edema se convierte, al cabo de cuatro semanas, en úlceras que presentan los clásicos bordes socavados. Ocasionalmente se ven afectados los huesos, lo que provoca grandes deformidades.
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En Australia, donde se han registrado casos de esta bacteria desde los años cuarenta, el aumento reciente de las infecciones ha suscitado un nuevo interés en esta enfermedad olvidada. Esto, aunado a una mayor preocupación a nivel global por las enfermedades infecciosas, ha incrementado las esperanzas de que los científicos por fin puedan obtener los recursos para descubrir su origen.
El área más afectada en Australia es la península de Mornington, en el estado de Victoria. Desde 2016 se han reportado más de 180 casos por año, y en 2018 se alcanzó el máximo de 340. En febrero, la enfermedad se extendió hasta los suburbios de Melbourne, una ciudad de cinco millones de habitantes.
Sus orígenes son un misterio: nadie sabe bien cómo se transmite la infección ni por qué ha brotado en la península de Mornington, una región próspera ubicada a menos de 80 kilómetros de Melbourne que miles de turistas visitan cada año.
Pero la respuesta podría tener el mismo origen que la COVID-19. Los científicos piensan que la úlcera de Buruli —así como aproximadamente el 75 por ciento de las enfermedades emergentes— es zoonótica, es decir que puede transmitirse de animales a humanos.
Ambientalistas y científicos han advertido que en el futuro la humanidad encontrará cada vez más enfermedades zoonóticas debido a la invasión de los humanos en los entornos salvajes.