Existe una conexión tangible entre la siesta y la posibilidad de crear las condiciones para activar un cociente intelectual más alto. Un estudio revela que los niños pueden recibir los efectos positivos de las apacibles pausas de la tarde.
Una nueva investigación de la Universidad de Pensilvania y la Universidad de California ha llegado a la conclusión que por décadas muchas familias asumen como práctica, darles a los chicos la oportunidad de dormir un rato en las tardes con propósitos terapéuticos.
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Y es así que la revista científica Sleep publicó un estudio en el que participaron casi 3 mil alumnos de entre 10 y 12 años que reveló los lazos que tiene la siesta del mediodía y una mayor felicidad, autocontrol y ánimo; menos problemas de comportamiento, y un cociente intelectual más alto, este último particularmente para los estudiantes más mayores.
Adrian Raine, neurocriminólogo de UPenn, asegura que los hallazgos más sólidos se asociaron con el logro académico. “Los niños que toman una siesta tres o más veces por semana se benefician de un aumento del 7,6% en el rendimiento académico a los 12 años”.
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Los efectos negativos cognitivos, emocionales y físicos de los malos hábitos de sueño están bien establecidos y, sin embargo, la mayoría de las investigaciones anteriores se han centrado en la edad preescolar y en niños más pequeños.