Para la industria audiovisual norteamericana los galardones son un negocio que mueve muchos millones de dólares y que en algunos casos existe al límite de la ética, el premio Globo de Oro no escapa de esta realidad, especialmente quien entrega los premios: La Asociación de Periodistas Extranjeros de Hollywood (HPFA, por sus siglas en inglés).
Una investigación publicada en Los Ángeles Times, a una semana de la 78ª. ceremonia de los Globos de Oro, expuso un detrás de escena que incluye malversación de fondos, tráfico de influencias y los modos con los que los 87 integrantes de la Asociación HPFA, por sus siglas en inglés) logran mantener su dominio.
El hecho de que muchos en el reducido grupo ni siquiera sean periodistas es apenas la punta del iceberg de un escándalo que lleva décadas intentando esquivar la exposición pública.
La nota está escrita por Stacy Perman y Josh Rottenberg, y aprovecha los detalles de una demanda que realizó el año pasado el periodista noruego Kjersti Flaa contra el grupo cuando rechazó su solicitud para unirse a la entidad.
En su presentación judicial, Flaa describe la «cultura de corrupción» de la entidad que funciona como «un cartel», impidiendo el ingreso de candidatos calificados, monopolizando acceso a oportunidades periodísticas y utilizando el dinero que cobra por la venta de los derechos de televisación de los premios para engrosar las arcas de sus miembros.
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La asociación, calificada legalmente como una ONG y exceptuada de pagar impuestos, según la demanda, está repleta de conflictos éticos, el primero de los cuales es que recibe miles de dólares cada año en honorarios de parte de los mismos estudios, cadenas televisivas y celebridades a los que otorgan los galardones.
La investigación incluye al menos 50 entrevistas, incluidos integrantes de la Asociación, quienes aceptaron hablar bajo la condición de anonimato por temer a las represalias. El manejo de sus nominaciones caprichosas y sus poco claros procedimientos, es un secreto a voces de la industria que de todos modos lo tolera.
Una de las más recientes polémicas fue las recientes nominaciones de la serie Emily en París como mejor comedia y mejor actriz del género para Lily Collins, su protagonista. Lo que, dadas las criticas desfavorables que recibió el programa, en principio parecía una preferencia absurda, aunque, según insinúa el artículo, fue mucho más que eso.
«En 2019, más de 30 integrantes de la Asociación de Periodistas Extranjeros en Hollywood viajaron a Francia para visitar el set de Emily in Paris. Allí, la productora de la serie, Paramount, los invitó a hospedarse por dos noches en el hotel de cinco estrellas Peninsula Paris, donde las habitaciones cuestan 1.400 dólares por noche. También asistieron a una conferencia de prensa y un almuerzo en el Musée des Arts Forains, un museo privado donde se estaba grabando la serie», detalló la nota, aunque aclara que otros periodistas formaron parte del viaje, un elaborado agasajo como los que suelen formar parte de los mecanismos de promoción de Hollywood, lo cierto es que el viaje hace que la aparición de Emily en París entre los nominados a los Globo de Oro resulte sospechosa.
En 1999, integrantes de la entidad debieron devolver 82 relojes de más de 400 dólares cada uno (el límite del valor de los regalos personales que pueden aceptar los socios, según su propio estatuto, es 125 dólares), que habían recibido de parte de la producción del film La musa, que buscaba que la estrella del film, Sharon Stone, fuera nominada. La actriz consiguió su objetivo, aunque luego no ganó la estatuilla.
«Si los estudios quisieran matar a los Globo de Oro podrían hacerlo de un día para otro. Pero a todo el mundo le gusta recibir un premio y con todo el dinero que se mueve en una ceremonia de entrega como esa, se transformó en una bola de nieve que nadie puede detener», explicó uno de los cincuenta entrevistados.