El más devastador huracán Andrew no sólo dejó desolación en Florida, muerte y destrucción, también dejó valiosas lecciones para las generaciones futuras.
Andrew tocó tierra entre el 16 y el 28 de agosto de 1992. A su paso afectó también a Luisiana, pero la mayor parte de los daños se registraron en el sur de Florida. Dejó pérdidas por 26.000 millones de dólares, el tercer huracán más costoso de la historia de Estados Unidos, después de Katrina (2005) y Sandy (2012).
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Hace algunos días las autoridades de Florida conmemoraron los 30 años del poderoso huracán que provocó la muerte de 64 personas y 60.00 casas destruidas. En aquel entonces 175.000 personas quedaron sin hogar. La situación la describen como dantesca.
“Las lecciones aprendidas en 1992 cambiaron para siempre el campo de la gestión de emergencias y cómo nos preparamos y respondemos a los huracanes que afectan a nuestro estado”, dijo Kevin Guthrie, director de la División de Manejo de Emergencias de Florida (FDEM).
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“Andrew fue una marca importante en la reforma del código de construcción. Los funcionarios aprendieron mucho al inspeccionar los daños, sobre cómo asegurar las puertas de los garajes, las estructuras del techo, cómo mantener unidas las casas”, refirió la administradora de la Región IV de Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), Gracia Szczech.
Además de reforzar los códigos de construcción, las agencias de emergencia también mejoraron sus sistemas de coordinación y comunicación, lo que hizo que la respuesta a las tormentas ahora sea más eficiente.