En 1985 se funda Philadelphia Education Fund (PEF) para impulsar resultados estudiantiles excepcionales mediante la formación de docentes y la creación de caminos hacia el éxito universitario y profesional. Hoy, Farah Jiménez es la presidenta y directora ejecutiva, y es una de las responsables de la organización que guía a la juventud.
Pero, la historia de Farah con la educación y la vocación para ayudar a las generaciones más jóvenes inició mucho antes de llegar a PEF.
Su crianza se desarrolló en Central Jersey, pero sus padres inmigraron desde Cuba. “Recuerdo que de niña no sabía cómo hablar inglés. Tengo muchos recuerdos de no entender lo que estaba ocurriendo a mi alrededor”, contó en una entrevista exclusiva con El Sol Latino Newspaper. Sus padres decidieron criarla en un ambiente anglosajón, para que aprendieran el idioma y recuerda de esos días la falta de diversidad. Algo que, comparable al país que es hoy, no es lo mismo. “Era muy raro hablar de ser hispanohablante”.

“Pese a que disfruté mi vida de estudiante en Philadelphia, mi meta de vida era vivir en Washington DC. Incluso cuando era niña estaba muy interesada en la política, en cómo funcionaba el gobierno, tal vez porque mis padres eran inmigrantes y para ellos poder llegar a Estados Unidos se sintió como un regalo (…) Se me enseñó a amar a Estados Unidos”, narró.
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Su plan era: regresar a Pennsylvania, graduarse de abogada y quedarse en la capital en algún puesto relacionado al gobierno, pero la vida tenía otros planes, no contaba con enamorarse perdidamente de la ciudad de Philadelphia y de su esposo.
Amor por la educación
La educación siempre ha sido fundamental en su vida. Su madre, de hecho, pudo graduarse de la universidad en medicina siendo inmigrante y mujer, que para la época era muy raro que sucediera. Por eso, lidera la integración de iniciativas que generan beneficios tangibles para los estudiantes, tanto dentro como fuera del aula.
Antes de formar parte de PEF, Jiménez fue miembro de la Comisión de Reforma Escolar del Distrito Escolar de Philadelphia y anteriormente dirigió el Centro de Emergencia Popular.
“Siempre supe que, como el caso de mis padres, la educación era algo que les permitió tener éxito en Estados Unidos”, confesó.
De la población estudiantil total, solo el 38% asiste a escuelas secundarias públicas e integrales de Philadelphia, operadas directamente por el Distrito Escolar y diseñadas para servir a las comunidades de su área de influencia. La gran mayoría de los estudiantes se matricula en una red diversa de alternativas fuera del modelo tradicional del Distrito, incluyendo escuelas chárter, instituciones privadas y parroquiales; programas selectivos y de admisión especial a nivel municipal.

Esta tendencia ha concentrado las mayores barreras para la movilidad económica dentro del reducido grupo de escuelas secundarias integrales restantes. Es precisamente en estos centros de barrio donde se intensifican los desafíos de equidad y donde PEF ha enfocado estratégicamente sus esfuerzos y recursos.
El trabajo de PEF abarca desde la secundaria hasta la universidad, atendiendo a aproximadamente 3.000 estudiantes al año.
“En esas escuelas -públicas- hay chicos con ambición, talento y potencial. De verdad creemos que si podemos ayudarlos a creer en ellos mismos pueden ir a la universidad (…) es muy emocionante ser parte de esta misión”, agregó.
Uno de los casos que recuerda es el de una chica que ingresó a la escuela de medicina con una beca. Tenía una fascinación por esta carrera porque su padre estaba enfermo. Ella proviene de una familia de inmigrantes, donde en su país de origen, las mujeres no reciben educación. A través del programa se dio cuenta que podía cambiar su destino y así lo hizo. Como esta, cientos de historias de impulsan a Farah a seguir cada día ayudando y educando.
Los programas más representativos son Spark Philadelphia, que introduce de forma temprana la universidad y el mundo laboral a estudiantes de secundaria; el Programa de Acceso a la Universidad, que ofrece cuatro años de orientación individualizada y estructurada a 1.770 estudiantes de secundaria en seis escuelas; y Philadelphia Scholars, que elimina las barreras financieras para la educación superior otorgando $900 mil anuales en ayudas a través de becas dotadas y asociadas.
¿Cómo se ve el futuro?
Pese a que muchas cosas han cambiado en los últimos años, los programas de PEF siguen recibiendo apoyo y financiamiento; sin embargo, hay pensamientos calados en la sociedad que preocupan a Farah como que “no todos los jóvenes necesitan ir a la universidad”.

“Una educación universitaria es el camino más corto a una sostenibilidad económica a largo plazo y los datos continúan confirmándolo, también nos muestra que al menos el 72% de los trabajos en nuestra región necesitarán una formación postsecundaria”, afirmó Jiménez.
El apoyo a los estudiantes también involucra la movilidad económica, pues se les proporcionan recursos y experiencia necesarios para el éxito universitario y también profesional, lo que se traduce inmediatamente en una sociedad mucho más preparada y estable. Los jóvenes de Philadelphia necesitan acceso a oportunidades que impulsen su éxito como estudiantes y como futuros miembros de la fuerza laboral de la región.
En cuanto a los objetivos que quisiera alcanzar para el próximo año en primer lugar está conectar con más jóvenes estudiantes. “Nuestra meta es llegar a más escuelas (…) hay muchas escuelas en Philadelphia que pueden beneficiarse de tener en sus salones de clase a consejeros universitarios a tiempo completo proporcionado por organizaciones sin fines de lucro, como la nuestra”, mencionó Jiménez.
Además, por estar presentes en escuelas públicas, hay mayor diversidad de minorías, así que uno de los objetivos es hacerles saber a estudiantes, padres y representantes, que pueden tener un futuro que incluya la universidad.
































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