Intentar describir a una familia bajo un patrón puede ser difícil, por no decir imposible. Sin embargo, hay ciertos elementos que pueden repetirse o reconocerse, especialmente en entornos migrantes.
Mucho se habla de la familia como base de la sociedad, y es muy cierto, pero también es cierto que el concepto ha evolucionado, así como los modelos de familia.
«Nuestra cultura nos ha acostumbrado a creer que existe una sola forma de ser familia o una sola buena familia. Durante el siglo veinte se consolidó la idea de que la familia modelo era aquella constituida por una mamá dueña de casa, un hombre trabajador y proveedor, y los hijos comunes de ambos. Esta idea tiene un peso histórico muy fuerte, y nos ha hecho pensar que las familias se dividen en las bien constituidas y otro grupo al que por oposición se podría llamar mal constituidas», resaltó Unicef Chile en un trabajo especial sobre el concepto.
Generalmente, en entornos latinoamericanos el concepto se extiende a primos, tíos, abuelos y otros miembros.
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, Pulso Social 2016: Realidades y Perspectivas, muestra que la familia en América Latina y el Caribe es completamente diferente de lo que era hace veinte años.
También los roles de la familia han cambiado. Según un estudio de la Corporación Andina de Fomento (CAF) las mujeres latinoamericanas cabeza de hogar tienen mayor capacidad de ahorro, que los hombres.
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Arraigo por las tradiciones
Hay ciertas tradiciones de las familias latinoamericanas que no se pierden ni siquiera en cambios de residencias. Datos de la Oficina del Censo de los EE. UU. mostraron que los padres hispanos y los padres inmigrantes tienden a seguir el ritual de comer en familia más a menudo que los padres no hispanos o los nacidos en los EE. UU.
«Al principio es difícil hacer coincidir el sueño del bebé con los horarios de las comidas del adulto, sin embargo, desde los inicios, aconsejo que los niños participen siempre de la mesa. Muchas familias eligen dormir a los hijos u comer después, a veces esto es funcional. Sin embargo, el momento de la comida, al menos alguna, es importante que sea un momento compartido», explicó la psicóloga Lorena Ruda, especialista en maternidad, crianza y familia.
Una investigación publicada en JAMA Network Open explicó que comer con los miembros de la familia se asocia con una mejor dieta en general, especialmente entre los adolescentes. Los jóvenes que se sientan a la mesa con sus seres queridos son más propensos a consumir frutas y verduras, y menos comida rápida y bebidas azucaradas.
A su vez, las cenas frecuentes en el hogar pueden prevenir problemas relacionados con los trastornos alimentarios, el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas, el comportamiento violento, la depresión y los pensamientos suicidas en los adolescentes, según señaló una revisión realizada por el Colegio de Médicos de Familia de Canadá.
Familismo
Generalmente, la familia es un núcleo muy valorado por los hispanos y esto se examina bajo el término familismo. Un estudio analizó cómo los latinos en Estados Unidos tienen un fuerte compromiso por el colectivo, por encima del individuo.