La crisis migratoria que ha marcado a Panamá y a la región en los últimos años llegó a París mediante el arte. La francopanameña Isabel de Obaldía inauguró en la Maison de l’Amérique Latine la exposición “Y aquí estamos hechos pedazos”, una muestra que utiliza la selva del Darién como metáfora y testimonio del drama humanitario que enfrentan cientos de miles de migrantes en su ruta hacia Estados Unidos.
El Darién —una de las selvas más densas y peligrosas del continente— se convirtió entre 2021 y 2024 en un corredor migratorio sin precedentes. Más de un millón de personas, principalmente venezolanas, atravesaron esta inhóspita zona ubicada entre Panamá y Colombia. Su paso estuvo marcado por ríos crecidos, animales salvajes, violencia de grupos criminales y la angustia permanente de perder la vida en el camino. Sin embargo, las cifras de 2025 reflejan un cambio abrupto. Según explica la artista, el tránsito se redujo drásticamente este año debido al temor que generan las deportaciones masivas anunciadas por el gobierno estadounidense de Donald Trump, lo que transformó nuevamente el paisaje humano del Darién.
La exposición recrea este contraste entre exuberancia natural y tragedia humana. De Obaldía utiliza grandes telas de colores intensos para representar manglares, cascadas y senderos ocultos entre la vegetación. Frente a estas pinturas suspenden diminutas figuras de vidrio que parecen caer, aferrarse o luchar contra una fuerza invisible. Esta dualidad, afirma la creadora, busca transmitir “la belleza preciosa de la naturaleza” y, al mismo tiempo, la brutalidad de las experiencias migratorias que recopiló en sus viajes al terreno.
La artista visitó el Darién por primera vez a finales de 2023, en el punto más crítico del flujo migratorio, y regresó en abril de 2025. Su segundo viaje la llevó a un escenario distinto: una zona casi desierta, convertida en “fantasma” ante la disminución del tránsito. No obstante, los rastros de la crisis permanecían visibles en restos de chozas, senderos erosionados y montones de desechos que dejaron a su paso cientos de miles de personas.
Parte de este trabajo ya había sido presentado en la Bienal de Venecia de 2024 como una instalación inmersiva. Pero tras su regreso al Darién, De Obaldía decidió ampliar la propuesta para que trascendiera lo local. Su intención, señala, es que la obra dialogue con las crisis migratorias en otras partes del mundo y subraye la urgencia de mirarlas desde una perspectiva humana y global.
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La exhibición permanecerá abierta en París hasta el 26 de febrero de 2026, ofreciendo al público una reflexión visual y emocional sobre uno de los mayores desafíos humanitarios del continente.

































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