En menos de tres semanas Evo Morales pasó de declararse ganador de las elecciones a denunciar un golpe de Estado y renunciar a la presidencia de Bolivia. “Ha habido un golpe cívico, político y policial”, denunció el hoy ex mandatario en el mensaje televisivo en el que anunció su dimisión.
La decisión se produjo la tarde del domingo 10 de noviembre, horas después de que el comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Williams Kaliman, sugiriera al líder indígena que diera un paso al lado para desbloquear la crisis política del país andino.
Para los militares no parecía suficiente que el Presidente llamara a nuevas elecciones luego que la Organización de Estados Americanos (OEA) hiciera públicas las irregularidades detectadas en su auditoría de los resultados de los comicios realizados el domingo 20 de octubre.
Antes y después del anuncio de la dimisión presidencial, las escenas de violencia eran sobrecogedoras en Bolivia, pero tras la renuncia de Morales la convulsión social que desde hacía días sacudía al país aumentó hasta degenerar en un abismo de caos, vandalismo y batallas campales.
Las Fuerzas Armadas decidieron salir el pasado lunes 11 de noviembre a la calle junto a la Policía para contener las protestas más duras de los simpatizantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), que hasta el fin de semana pasado fue el partido de gobierno. Williams Kaliman, comandante en jefe del Ejército que con su pronunciamiento aceleró la dimisión del presidente, recibió comunicación sobre la incapacidad de las unidades policiales para hacer frente a la crisis. En este momento los militares decidieron actuar.
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En una intervención retransmitida por televisión el jefe militar dijo que los soldados emplearían “en forma proporcional la fuerza contra los actos de grupos vandálicos que causan terror en la población”.
Mientras el caos consumía las ciudades de La Paz y El Alto entre otras localidades bolivianas, México otorgaba asilo político a Evo Morales por razones humanitarias según lo informó el canciller, Marcelo Ebrard, quien explicó que el asilo se dio después de que el ex mandatario boliviano aceptara el ofrecimiento del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
México pidió garantías para que Morales pudiera abandonar su país y una vez cumplidas las demandas, un avión de las Fuerzas Armadas mexicanas viajó a Bolivia para trasladar a Evo Morales. En las gestiones para trasladar a Morales a México también participó el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández.
Ya despegó el avión de la Fuerza Aérea Mexicana con Evo Morales a bordo. De acuerdo a las convenciones internacionales vigentes está bajo la protección del de México. Su vida e integridad están a salvo. pic.twitter.com/qLUEfvciux
— Marcelo Ebrard C. (@m_ebrard) November 12, 2019
Esta decisión de México supone una sacudida del tablero político de América Latina y el movimiento más determinante del Gobierno de López Obrador respecto a la región desde que asumió el poder hace un año. El anuncio de Ebrard llegó poco después de que la Casa Blanca celebrase la renuncia de Morales que según dijo, enviaba un mensaje a los Gobiernos de Venezuela y Nicaragua.
La salida del poder de Evo Morales ha sacudido a América Latina, una región que en el último año ha estado en un permanente estallido. Las protestas populares y la presión de policías y militares, han hecho aflorar los peores fantasmas de la región. Por eso no extraña que México haya calificado de golpe de Estado lo ocurrido en Bolivia, en la misma línea de lo que manifestó el expresidente brasileño Lula da Silva y después gobiernos autoritarios como el de Venezuela, donde Nicolás Maduro salió a defender a uno de sus socios.