La política migratoria impulsada por el presidente Donald Trump continúa generando efectos de largo alcance, especialmente entre los estudiantes internacionales que cursan estudios en Estados Unidos. Las restricciones impuestas contra universidades de élite como Harvard han desatado una ola de ansiedad entre miles de jóvenes que hoy temen por su futuro académico.
La Administración Trump adoptó una serie de medidas que afectaron directamente a la población estudiantil extranjera, como la suspensión generalizada en la tramitación de visados, la revocación de permisos ya otorgados e incluso la detención de estudiantes con fines de deportación. Una de las decisiones más controvertidas fue la orden de impedir que la Universidad de Harvard aceptara nuevos alumnos internacionales, aunque dicha disposición fue suspendida temporalmente por la justicia.
Para Abdullah Shahid Sial, un joven paquistaní de 20 años que estudia matemáticas aplicadas y economía en la Universidad de Harvard, la actitud del presidente hacia las universidades estadounidenses, a las que acusa de sesgo izquierdista y antisemitismo, es claramente “deshumanizante”.
“Muchos venimos solos, sin familia, y nos enfrentamos a situaciones que ni siquiera un abogado quisiera afrontar”, lamenta Sial en declaraciones a la AFP, sin tener certeza de si podrá regresar a Estados Unidos el próximo año.
Karl Molden, estudiante austriaco de políticas públicas y clásicas, comparte esa incertidumbre. “No sé si podré volver después del verano. Por si acaso, ya he solicitado una plaza en la Universidad de Oxford”, explica a la misma agencia de noticias.
La situación es especialmente grave en instituciones como Harvard, donde cerca del 27% del alumnado es de origen extranjero. La posible exclusión de esta universidad del sistema de visas de estudiante afectaría no solo a los alumnos actuales, sino también a las futuras generaciones de estudiantes internacionales.
Desde la propia comunidad académica surgen voces de preocupación. El profesor Ryan Enos, de la Universidad de Harvard, asegura que sus colegas en el extranjero han dejado de recomendar a sus mejores estudiantes que vayan a Estados Unidos. “Antes los animaban. Ahora dudan si pueden seguir haciéndolo”, afirma.
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A su vez, organizaciones como la Association of International Educators (NAFSA) critican el uso excesivo de recursos públicos para controlar a los estudiantes internacionales, una de las categorías de no inmigrantes más vigiladas e investigada en el país.
Según esta organización, la suspensión de visas anunciada por la Administración Trump, que incluía un escrutinio detallado de redes sociales, representa “un mal uso del dinero de los contribuyentes”.
Mientras tanto, cientos de estudiantes esperan en el limbo una resolución que defina su destino académico.