Algunas personas piensan que mientras más productos de limpieza mezclen, los resultados serán superficies más limpias, lo cierto es que pueden desarrollar reacciones químicas muy dañinas o mortales para el ser humano. Debido a la crisis del coronavirus, lejía y desinfectantes se han convertido en los mejores aliados para mantener las casas a salvo de la COVID-19. Pero, hay ciertas precauciones a tomar.
En España, durante el mes de marzo y las dos primeras semanas de abril de 2020, el Servicio de Información Toxicológica (SIT) del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses recibió un 17% más de consultas que en el mismo periodo del año anterior, cuando se registraron 9.682. De acuerdo con los datos, 1.846 consultas telefónicas fueron por intoxicaciones por utilizar lejía y otros desinfectantes. Y un dato destaca entre los demás: del total, un 26,1% fueron consultas por mezclar lejía con otros productos químicos, como amoniaco, salfumán, vinagre, alcohol, lavavajillas o anticalcáreos.
En Estados Unidos, en mayo, las consultas por exposición a productos de limpieza crecieron un 20.4% en comparación con el primer trimestre de 2020, y sobre exposición a desinfectante, un 16.4%, en medio de la pandemia por el COVID-19, según los datos del Sistema Nacional de Datos de Envenenamiento (NPDS).
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Lo que no se debe mezclar
Lejía y amoniaco
La combinación de lejía y amoniaco produce vapores que pueden causar graves problemas en el sistema respiratorio. Produce una reacción química que genera un gas llamado cloramina (NH2Cl), altamente tóxico y que, cuando entra en contacto con nuestras mucosas, se descompone para producir ácido clorhídrico que es tóxico y altamente corrosivo, provocando irritación de las mucosas y quemaduras en la piel.
Lejía y alcohol
En su forma pura o en gel. Es otra mezcla peligrosa de productos de limpieza. La combinación de etanol (alcohol) e hipoclorito sódico (lejía) produce cloroformo y ácido clorhídrico, ambos muy tóxicos. Sus vapores pueden producir daños en ojos, piel, pulmones, riñones, hígado y sistema nervioso. El cloroformo puede provocar también la pérdida de conciencia, mareos, náuseas y, en casos muy extremos, la muerte.
Lejía y vinagre
El vinagre tiene un ácido que cuando se mezcla con la lejía se genera un gas que se llama gas cloro. Este gas, cuando es denso, se mezcla con la mucosa nasal, la boca y los ojos, transformándose ácido clorhídrico y que puede destruir membranas y causar heridas o quemaduras químicas graves.
Lejía y otros productos de limpieza
Limpiacristales, lavavajillas, limpiadores de baño, la mezcla de cualquiera de estos productos con lejía produce también gas cloro. Y la mínima exposición provoca problemas respiratorios y oculares.
Vinagre y bicarbonato
La mezcla de vinagre y bicarbonato se puede utilizar para quitar manchas de las alfombras, lo amarillo de las camisetas o la suciedad de la vitrocerámica, pero no se debe hacer la mezcla en un recipiente cerrado: podría provocar una explosión.
Vinagre y agua oxigenada
Esta mezcla provoca ácido peracético, que puede causar irritación en la piel, los ojos y el sistema respiratorio. Incluso, una exposición mayor o a largo plazo puede causar daño permanente en los pulmones.
Las etiquetas de los productos de limpieza contienen mucha información. Los fabricantes suelen dejar constancia de cuáles son las instrucciones de uso de cada uno de los productos y las precauciones básicas que se deben tomar, antes de usar cualquier producto químico es importante leer las recomendaciones y advertencias para evitar problemas en casa.