Este martes se ha hecho efectiva la retirada oficial de Israel y Estados Unidos de la Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El principal desacuerdo que sostuvieron ambas naciones con esta organización se fundamenta en que bajo su perspectiva, ésta ha manejado un reiterado “sesgo anti-israelí”.
La Administración del presidente Donald Trump, había anunciado su retiro en octubre de 2017. En ese entonces, la portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Heather Nauert, expresó la dificultad de tomar una decisión de este tipo y manifestó su desacuerdo con “la tendencia anti-Israel continua en la UNESCO”.
Este sesgo en contra de Israel puede verse claramente, según Washington, en una resolución emitida por la institución que se refiere al Monte del Templo de Jerusalén sólo por su nombre musulmán, ignorando los vínculos judíos con la Explanada de las Mezquitas.
De igual manera, la UNESCO se había pronunciado en contra de acciones restrictivas impuestas por Israel a los fieles musulmanes en los lugares sagrados de Jerusalén.
Esta iniciativa fue seguida, casi de manera inmediata, por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El representante de Israel ante la UNESCO, Carmel Shama-Hacohen, había recomendado el retiro de su país del organismo.
Netanyahu describió la acción de Trump como “valiente y moral porque la Unesco se ha convertido en un teatro del absurdo y porque en lugar de preservar la historia, la distorsiona”.
El retiro de las dos naciones fue acompañado por la exigencia de reformas en la organización.
En 2012, el Departamento de Estado de los Estados Unidos optó por permanecer como “estado observador no-miembro” y suspendió el pago de sus contribuciones a la UNESCO. La razón esgrimida fue el haber aceptado a Palestina como estado miembro de pleno derecho.
Irina Bukova, directora general del organismo internacional, lamentó la decisión de Washington al considerarla como una merma para el multilateralismo: “La universalidad es esencial para la misión de la Unesco y para construir la paz y la seguridad internacional frente al odio y la violencia, para la defensa de los derechos humanos y de la dignidad humana”.
Por: José Espinoza