Tulum y otros destinos mexicanos se han convertido en el sitio predilecto para turistas que escapan de las restricciones de la COVID-19.
Conocido por sus aguas color turquesa y su concepto bohemio, el pequeño Tulum era frecuentado antes de la pandemia por viajeros que buscaban relajarse en medio de la naturaleza, ahora sobran los festivales de música electrónica, fiestas clandestinas, discotecas libres de tapabocas y un posible caldo de cultivo.
México es, actualmente, el tercer país más golpeado por la pandemia. «Lo del coronavirus es una bobada, la vida tiene que seguir, no pasa nada», le dijo Greta, una española que asistió a un ‘rave’ en diciembre a la AFP.
Ahora, el poblado de 46.000 habitantes es foco de críticas por sus invisibles medidas sanitarias. Los señalamientos crecen desde finales de 2020, cuando se realizaron encuentros de música y arte, en algunos casos con más de mil asistentes.
Pese a ello, la agenda sigue su curso. En las dos últimas semanas se organizaron 21 fiestas privadas, y claro está, el país azteca no ha restringido el turismo y fue el tercero más visitado en 2020. En destinos como Cancún, la vital industria hotelera incluso ofrece rebajas para pasar la cuarentena si los huéspedes resultan infectados.
Tras el contagio de medio centenar de asistentes al festival Art With Me en noviembre, en el que participaron hasta autoridades, se canceló el Zamna Festival, un evento de música electrónica de 16 días que se iba a celebrar entre diciembre y enero.
Fue reprogramado para abril, con una cartelera encabezada por reconocidos djs como los alemanes Boris Brejcha y Claptone o los ingleses Nick Warren y Damian Lazarus.
Los precios van desde 80 dólares para el The Soundgarden, hasta 300 dólares para el Renaissance Tulum. La empresa explica en su sitio de ventas que es necesario portar mascarilla durante el evento.
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Quintana Roo, estado donde se ubican Tulum, Cancún y la Riviera Maya, se encuentra en semáforo amarillo, segundo peldaño en una escala de riesgo de cuatro niveles en la que el cuarto representa la peor situación, tras un descenso en los contagios que se habían disparado en enero.

Y las proyecciones para Semana Santa ascienden a pesar que hay bares y discotecas cerradas, y están prohibidos los eventos multitudinarios. No obstante, fiestas masivas siguen realizándose de manera clandestina.
Para Darío Flota, representante del Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo, poner fin a las fiestas masivas es «una verdadera batalla», a veces perdida.
Sobresale el caso de 44 estudiantes argentinos de secundaria que dieron positivo tras regresar de Cancún a inicios de marzo. Antes de abordar el avión de vuelta a Buenos Aires presentaron pruebas PCR negativas, pero el laboratorio que las realizó carecía de licencia y fue clausurado.
Con información de: AFP.