La cantidad de niños migrantes que cruzan a pie la escabrosa selva del Darién, situada entre Colombia y Panamá, alcanzó su máximo histórico.
Casi 19.000 niños atravesaron la jungla en lo que va de año, casi tres veces más que el número registrado durante los cinco años anteriores, advirtió la ONU.
En este espeso bosque tropical se esconde la violencia, el abuso sexual, la trata y la extorsión por parte de bandas criminales. Allí los infantes también corren el riesgo de contraer diarrea, enfermedades respiratorias, deshidratación y otras dolencias que requieren atención inmediata.
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Las organizaciones no gubernamentales consideran que un infante en estas condiciones es un niño cuyos derechos son violados inevitablemente. Otros califican a estas indefensas criaturas como supervivientes.
“En lo profundo de la selva, el robo, la violación y la trata de personas son tan peligrosos como los animales salvajes, los insectos y la absoluta falta de agua potable. Semana tras semana, sigue habiendo niños que mueren, que pierden a sus madres y padres, o se separan de sus parientes durante el peligroso viaje. Es espantoso que grupos criminales se aprovechen de estos niños cuando son los más vulnerables”, comentó la directora de UNICEF para América Latina y el Caribe, Jean Gough.