Hay una necesidad por entendernos unos a otros antes de empezar a entender otras cosas. La empatía es propiamente un sentimiento de identificación con algo o alguien, es la capacidad de comprender a una persona o algo, al punto de ponerse en su lugar.
Una investigación de la Universidad de Michigan concluyó que los niveles de empatía de estudiantes universitarios disminuyeron un 40% entre los años 2000 y 2010. Todas las personas podemos tener desacuerdos con otras, pero hay puntos donde no hay entendimiento y al perderse la empatía, las cosas comienzan a ir mal.
Pero es un sentimiento que puede nutrirse, incluso inculcarse desde la infancia. La escritora francesa Simone Weil, decía que «es una capacidad que casi ninguno de los que creen tenerla tiene en realidad».
También es «la capacidad de percibir con precisión lo que siente otra persona», según Jennifer Lerner, psicóloga y profesora de políticas públicas, ciencia de decisiones y gestión de Thornton F. Bradshaw en la Harvard Kennedy School en Massachusetts.
Necesitamos empatía porque nos motiva a actuar cuando vemos que las personas están sufriendo, dijo por su parte a CNN Sarah Konrath, profesora asociada de estudios filantrópicos en la Escuela de Filantropía de la Familia Lilly de la Universidad de Indiana.
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«Mientras que la empatía es la capacidad de percibir con precisión lo que siente otra persona, la simpatía es compasión o preocupación estimulada por la angustia de otra persona», espetó Lerner. «Un ejemplo común de empatía es detectar con precisión cuándo tu hijo tiene miedo y necesita aliento. Un ejemplo común de simpatía es sentir lástima por alguien que ha perdido a un ser querido».
¿Y a los niños?
Boris Cyrulnik es psiquiatra, neurólogo, profesor de la Universidad de Tolón en Francia, es autor de libros como «Los patitos feos», «Resiliencia y adaptación» o «El amor que nos cura». Considerado un referente internacional de la llamada «resiliencia», Cyrulnik sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y el nazismo con seis años de edad, cuando perdió a gran parte de su familia en Auschwitz.
Parte de su equipo y otros académicos enviaron al presidente de Francia un informe sobre jardines de infancia. Parte de las conclusiones establecen que introducir música en los colegios e incluso guarderías, ayudará a estimular el lóbulo temporal izquierda, donde se trabaja el lenguaje. Un niño que toque un instrumento habla mejor y a su vez desarrollan la confianza. Los niños que también estaán cerca del dibujo, teatro o cine, son más empáticos
«Creo que el arte, introducido muy pronto en el colegio, la música, el deporte… porque el deporte es una forma de arte. El arte, el deporte, el dibujo, el cine, el teatro forman parte de la condición educativa, desarrollan la empatía, y permiten aprender a convivir mejor», aseguró en una entrevista en Aprendemos Juntos.