El cocodrilo americano (Crocodylus acutus) calificada como una especie “vulnerable”, ha encontrado un refugio perfecto en los canales de enfriamiento de las plantas nucleares de Turkey Point ubicada al sur de Miami. Se trata de unos 400 especímenes que en un lugar tan protegido con éste, se encuentran en total resguardo.
Cuando la Florida Power & Light (FPL) empezó a cavar los canales en Homestead, los cocodrilos comenzaron a nadar en las profundas aguas del recién creado un refugio. Cuatro décadas después se han convertido en una colonia de cocodrilos adolescentes y maduros como parte de lo que la Federación Nacional de la Vida Salvaje llama “un Edén de cocodrilos”.
En Turkey Point la presencia de personas se limita a quienes trabajan en las dos centrales nucleares, en la central a gas propiedad de la compañía eléctrica FPL y el personal que se dedica al programa de monitoreo de los cocodrilos americanos.
En este lugar no hay yates, lanchas o motos de agua, ni cazadores y tampoco turistas bañándose y haciendo ruido. La naturaleza en todo su esplendor se impone en esta red de canales con una extensión en conjunto de 168 millas (270 kilómetros) y separados entre sí por terraplenes artificiales cubiertos de vegetación.
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“El depredador de los cocodrilos somos nosotros, el ser humano”, refiere el biólogo Michael Lloret, quien está a cargo de un programa que le ha valido a FPL varios reconocimientos.
Los Crocodylus acutus, que son animales diferentes a los caimanes y a los aligátores que también habitan en Florida, son “muy inteligentes” según señala el jefe del equipo que monitorea a los ejemplares de la especie que habitan en una superficie de aproximadamente 13 mil acres (5.265 hectáreas) desde que son apenas unos huevos.
Una de las actividades que cumple el equipo liderado por Lloret es recorrer los terraplenes en busca de los nidos donde las hembras ponen sus huevos, lo que ocurre entre abril y mayo, y una vez localizados se calculan 90 días para la eclosión de los huevos.
Las madres tienen un reloj biológico que les indica cuando sus crías van a romper el cascarón y cuando oye sus primeros sonidos corre al nido, toma todos los huevos entre sus fauces y con ellos en la boca se lanza al agua. Esto lo hacen para proteger los huevos de los depredadores que pueblan estos parajes solitarios.
En el agua salada de los canales las crías permanecen una semana protegidos por sus madres y luego Lloret y su equipo los atrapan y los llevan a su laboratorio para medirlos, tomar otros datos, colocarles un chip y hacerles una muesca en la cola que los marca como cocodrilos nacidos en Turkey Point. Después los devuelven a la naturaleza dejándolos en estanques de agua de lluvia que se construyen para ese fin, y luego ellos mismos se pasan a los canales.
Gracias a las marcas que les hacen en el laboratorio han sabido que algunos ejemplares que han llegado cerca de la ciudad de Tampa, a más de 300 millas al noroeste, en la costa del Golfo de México.
Esto es así porque los cocodrilos de Turkey Point no están encerrados, desde los canales pueden ir al mar o adentrarse hacia el interior de la península de Florida.
Cada temporada el equipo encuentra unos 25 nidos con 20 a 50 huevos. Este año, a falta de una semana para que finalice la temporada, han marcado ya 271 crías de Crocodylus acutus.
Lloret señala que en todo el sur de la Florida se calcula que hay unos dos mil cocodrilos americanos y unos 400 están en Turkey Point.