Son variados los guiones cinematográficos, los trazos narrativos de novelas y las recurrentes leyendas urbanas que hablan de chicas, que hundidas en deudas por préstamos educativos, presionan el “botón de emergencia” con el que van a parar al “pole” de un nightclub donde los billetes -cual limaduras de hierro- se pegan en el magnetismo de sus esculturales cuerpos.
En la ficción solo aparece una carga traumática que superan con un par de visitas al terapeuta y regulares esnifadas de Spravato. Las doctas, magistradas y tecnócratas logran transformar la depresión ocasionada por su “estancia en el círculo de los stripteasers”, y honran sus préstamos bancarios, que además de “buenas referencias” les deja dinero para iniciar una vida en una firma de profesionistas.
Sin embargo Timaree Schmit, una brillante comunicadora social del medio alternativo Philadelphia Weekly, se sumergió en el sobrepoblado mundo del entretenimiento para adultos y descubrió que a las mujeres que son la fuerza laboral de esa “industria” no les va tan bien como en las películas. Su trabajo está titulado: ¡Sexplotadas!
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La escritora creó recientemente un reportaje que ve la “depresión” de las trabajadoras del entretenimiento para adultos en Filadelfia y muchas partes de la nación quienes están cansadas de ser explotadas por los clubes y clientes en los clubes.
Ella es la anfitriona del premiado podcast de larga duración “Sexo con Timaree”, co-anfitriona del programa de educación sexual/comedia DTF; la Hora de Diversión de Darryl y Timaree junto con el comediante Darryl Charles, y trabaja como educadora y consultora independiente.
En la vida real
La vida es dura para todos, pero es especialmente difícil para aquellos que usan su cuerpo como modo de producción. En este trabajo nos estamos limitando al tema de las bailarinas exóticas, pero las “mieles del placer” son inalcanzables para la mayoría de los que forma parte de gran industria del sexo para adultos.
De acuerdo a Schmit, la investigadora del tema sobre la “sexoexplotación”, la mayoría de las personas cuando piensan en “dinero de stripper”, crean una imagen mental de una mujer casi desnuda revolcándose en el alquiler de un mes entero. “Y hasta cierto punto, esa imagen es precisa”.
Sin embargo la gente no imagina exactamente cuánto de ese dinero se queda en la bolsa de la bailarina o lo que soportan para conseguirlo.
La periodista y sexóloga logró declaraciones de Mistress Lilith, una stripper, dominatriz y activista de Filadelfia, quien aseguró que “muchos se sorprenden al saber que las bailarinas exóticas, no sólo no cobran un salario por hora, sino que también pagan por trabajar”.
Así de claro: “La tarifa para alquilar el escenario en Filadelfia puede oscilar entre 20 y 80 dólares por turno, sin garantía de que ganen algo. “También pagamos a los DJs, a las madres de familia. Dependiendo del club, también podemos dar propinas a los anfitriones o al personal de seguridad, además de los recortes que se toman de nuestras ventas”.
Visiones entrecruzadas
En el negocio del entretenimiento adulto con bailarinas exóticas está inmerso en un caos. Algunos empleadores los definen como contratistas independientes, otros los pasan a la nómina sin celebración de contratos, la mayoría no los considera “talentos”, pero exigen que “presten” sus fotos para estar en las marquesinas y además, los dueños de negocios siempre imponen la ley del más fuerte.
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Es así que no todo lo que se ve en el negocio de las bailarinas exóticas es la verdad al desnudo.