La inmigración y la lucha contra el terrorismo islamista ocupan desde la semana pasada el centro del debate político en Francia. Todo comenzó a raíz del atentado ocurrido el 29 de octubre en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción en el centro de Niza, que dejó saldo de tres personas muertas a manos de un inmigrante tunecino que entró al país galo de forma ilegal unas semanas antes.
Este atentado fue el detonante de voces que reclaman mayor firmeza en la lucha contra el terrorismo islámico y en el combate frente a la inmigración ilegal.
Christian Estrosi, alcalde de Niza, fue el primero en exigir medidas excepcionales al Gobierno. “Es hora de que Francia se libere de las leyes de la paz para aplastar definitivamente al islamo-fascismo de nuestro territorio”, comentó horas después del sangriento atentado.
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Estrosi ya estaba al frente de la ciudad en 2016 cuando un yijadista radical mató a 84 personas cuando irrumpió con un camión en el Paseo de los Ingleses lleno de público que esperaba ver los fuegos artificiales del 14 de julio.
El atentado de Niza es el tercero que ocurre en el lapso de poco más de un mes, luego del ataque a los antiguos locales de la revista satírica “Charlie Hebdo” perpetrado por inmigrante paquistaní, y el asesinato a manos de un refugiado ruso-checheno del profesor de Historia , Samuel Paty, degollado por haber mostrado a sus alumnos caricaturas de Mahoma.
Una de las tres víctimas del ataque terrorista era una brasileña de 44 años, madre de tres hijos, residente en Francia, informó la Cancillería de Brasil.