Al cruzar las puertas de la nueva sede de Exquisito Chocolates, en el vibrante corazón de La Pequeña Habana, no es la vista lo primero que cautiva, sino el aroma. Un perfume embriagador, dulce pero refinado, a chocolate artesanal, envuelve a los visitantes en una experiencia sensorial única. Para Carolina Quijano, fundadora y alma detrás de la marca, ese perfume ya se ha vuelto imperceptible. “Creo que ya me he acostumbrado demasiado”, dice con una risa cálida. “Estoy aquí todo el tiempo”.
Desde que abrió su primera fábrica en 2018, Quijano ha llevado a Exquisito Chocolates a convertirse en una referencia del chocolate fino en Miami. Hoy, su sueño toma una nueva forma con la apertura de una fábrica renovada, más grande, moderna y transparente—literalmente—pues las paredes de cristal permiten a los clientes observar cada paso del meticuloso proceso de creación.
Ubicada también en la Calle Ocho, la nueva sede duplica el tamaño original: de 1,250 a 3,300 pies cuadrados. “Estábamos muy apretados allí”, confiesa Quijano. “Ahora podemos trabajar de forma más organizada. Tenemos más control sobre cómo hacemos todo”, la cita el Miami Herald.

La ampliación no es solo espacial, sino conceptual. Además de su famosa selección de barras de chocolate y bombones, el nuevo espacio permite la producción de helados, pasteles y café. También ofrece un rincón donde los clientes pueden relajarse y degustar los productos, así como una pared de degustación que invita a explorar desde los chocolates más intensos hasta los más dulces, como su barra de café con leche, la favorita del público.
Quijano, nacida en Miami y criada en Barranquilla, Colombia, se ha mantenido fiel a una filosofía que distingue a Exquisito, y es que el chocolate debe hacerse desde cero. “La mayoría de las veces, cuando vas a una chocolatería, compran chocolate de producción masiva, lo funden y le añaden ingredientes”, explica. “Nosotros hacemos chocolate como un enólogo hace vino”.
Un proceso artesanal
El proceso comienza con granos de cacao provenientes de siete fincas en América Latina y el Caribe, que son tostados en una antigua tostadora de café adaptada. De ahí, el camino hacia la tableta de chocolate puede tomar hasta cinco días en los que intervienen técnicas artesanales y una buena dosis de ingenio. Por ejemplo, una estación de decoración con paneles de plexiglás y un filtro de aire acondicionado reutilizado protegen el espacio donde se crean los bombones.
Esa atención al detalle ha captado la atención de marcas y negocios locales. El chocolate de Exquisito se encuentra en productos de The Salty, Azúcar Ice Cream Company, Salt & Straw, Café La Trova y hasta en cervezas artesanales como las de Beard Brewing Co. y la extinta J. Wakefield Brewing.
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Pero no todo es dulce en el mundo del chocolate artesanal. El cambio climático, las inestables políticas arancelarias y los conflictos sociales en países productores de cacao han sido retos constantes. “Se hace más difícil mantener la consistencia”, admite Quijano. “No es tan simple como reemplazar un ingrediente. Cada origen tiene un perfil único”.
Aun así, Exquisito Chocolates sigue apostando por la innovación. La nueva sede permitirá reanudar tours, clases de trufas y chocolate, y próximamente, maridajes con vino y cerveza, una vez obtengan las licencias correspondientes.
Con una visión clara y un enfoque accesible, Carolina Quijano quiere que Exquisito Chocolates sea más que una chocolatería de lujo. “Aunque vendemos chocolate de alta gama, quiero ser accesible con productos como la barra de galletas con crema. Cada paladar es diferente”, asegura.