Cuando se piensa en el amor eterno y las parejas indisolubles, a menudo se recurren a las historias de cuento de hadas o a las comedias románticas. Sin embargo, el amor duradero no es una exclusiva de los humanos. En el reino animal, muchas especies forman vínculos profundos y duraderos que desafían las expectativas y rompen los estereotipos sobre el comportamiento animal.
Según la Universidad de Maryland y en un artículo explicativo de NatGeo, 40 de las 238 sociedades humanas del mundo se construyen alrededor de la monogamia. En el reino animal, un 3% de los mamíferos permanece junto a su pareja para toda la vida.
Aves y mamíferos
Si bien el 97% de los mamíferos no vive en monogamia, casi el 90% de todas las especies de aves sí. Entre las aves más monógamas se encuentran los pingüinos, grullas, palomas, loros, cisnes, gansos, palomas y albatros, de acuerdo a World Wildlife Fund (WWF); entre los mamíferos que se cree que viven en parejas monógamas están los gibones, lobos y castores.
Los gibones
«Los gibones son simios antropoides, es decir, los primates que más se parecen a los humanos física y conductualmente. Se unen para toda la vida y forman una familia que permanece unida hasta que la descendencia crece y se va de casa. El vínculo entre la pareja se ve reforzado por las horas que pasan acicalándose, según (WWF).
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Pingüinos
Los pingüinos son símbolo del romanticismo. Pasan juntos toda su vida y crían juntos a sus crías. Cada octubre, los pingüinos emprenden un viaje hacia su nido de la fidelidad, un lugar especial donde se reúnen para aparearse durante unas tres semanas. Este ritual se repite año tras año, demostrando una fidelidad impresionante, ya que las parejas suelen volver a unirse temporada tras temporada, a pesar de pasar gran parte del año separados.
Castores
Los castores viven en amor y en familia. Las parejas suelen tener entre 5 o 6 crías con las que realizan sus obras de ingeniería. La pareja de estos roedores se encarga de diques de gran extensión antes de comenzar a reproducirse. Una vez realizada esta tarea, se aparean periódicamente, de esta forma llegan a acoger en sus casas familiares hasta a 20 o más descendientes que, a medida que llegan a la edad adulta, van abandonando su dique.
“Por mucho que nos guste la idea de las almas gemelas para toda la vida, los ideales románticos de la humanidad en realidad no se aplican a las especies silvestres que solo siguen las leyes de la naturaleza que necesitan para sobrevivir”, explicó Ginette Hemley, vicepresidenta de WWF.