Organizaciones ambientalistas han denunciado una “catástrofe” ecológica en los Everglades tras el inicio de vuelos con deportados desde el nuevo centro de detención migratoria “Alligator Alcatraz”, anunciado en días pasados por el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
El polémico centro, ubicado en un aeropuerto abandonado al oeste de Miami, ha despertado críticas por su impacto ambiental en una de las reservas naturales más frágiles del país, hogar de al menos 36 especies en peligro de extinción, incluidas panteras.
“Esta es una catástrofe ocurriendo frente a nuestros ojos”, declaró Eve Samples, directora de Friends of The Everglades, organización que lidera la campaña Stop Alligator Alcatraz y una demanda judicial para detener el proyecto.
Según los denunciantes, la infraestructura del centro —que incluye 20 acres de nuevo pavimento, tránsito constante de camiones con combustible y desechos humanos— pone en riesgo el delicado ecosistema de los Everglades. El gobernador DeSantis confirmó que ya han comenzado los vuelos con personas deportadas, afirmando que “cientos de ilegales” han sido removidos desde el lugar.
Elise Bennet, del Center for Biological Diversity, advirtió que el centro “está creciendo como un cáncer”, y anunció que continuarán con acciones legales. El centro tiene actualmente capacidad para 2.000 personas, pero se proyecta duplicar esa cifra.
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Además, la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, envió una carta al estado exigiendo acceso para inspecciones, en respuesta a reportes de condiciones “inhumanas” y “peligrosas”. El martes, decenas de activistas y familiares de migrantes protestaron frente al sitio, que calificaron como un “campo de concentración”. Desde su apertura, seis detenidos han requerido hospitalización.