Por: Fernando Méndez
Hay pocas cosas más inquietantes que la inclinación de Trump por defender a Vladimir Putin, el dictador ruso y exagente de la KGB. Cada vez que alguien menciona la película The Manchurian Candidate, empezamos a pensar que la trama no parece tan improbable en estos días. Acabando de leer el titular sobre la discusión de Trump con respecto a la membresía de los Estados Unidos en la OTAN, la idea parece más cercana a la realidad. Todo experto comentarista político, historiador, periodista, diplomático, familiarizado con lo que está pasando en la preocupación de Europa por la creciente amenaza a la democracia proveniente de Rusia y China, comprenderá de inmediato que una retirada de Estados Unidos de la OTAN jugará en manos de Putin a quien le gustaría nada mejor que una manera fácil de retomar los países balcánicos.
Cada paso que ha tomado esta administración ha revertido 70 años de esfuerzos para difundir la democracia y mantener a raya a las fuerzas de tiranía que amenazan a Europa y al Medio Oriente. Pero Trump se ha aliado con Putin, con Mohamed Bin Salman y con hombres fuertes como Rodrigo Duterte en Filipinas. Se suponía que debía firmar un pacto para deshacerse de las armas atómicas en la Península Coreana y se reunió con Kim Jong Un, quien prometió hacer eso, pero de acuerdo con la inteligencia creíble ha seguido investigando y amenaza la paz de la región con las armas atomicas Y entendemos que está preocupado por Europa y el Medio Oriente, y una vez más la política de América Latina quedará en un segundo plano si alguna vez se dirige a ellos. Pero no debe ignorar el horrendo gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, donde 5000 personas al día votan con sus pies y salen del país. Ha creado una inflación sin precedentes y destruido una de las economías ricas de Sudamérica. También ha creado sufrimiento humano que solo hemos visto en grandes conflictos en Europa y Oriente Medio.
Trump, solo por amenazar con irse, está creando un caos en Europa y una sensación de inseguridad. Ahora se dan cuenta de que no pueden contar con los Estados Unidos como aliados. Y en América del Sur, aviones repeletos de negociantes chinos llegan a Lima y La Paz listos para hacer negocios. Los bancos estadounidenses se han ido y los bancos chinos y japoneses han acudido al rescate. Muy pronto, los Estados Unidos no tendrán voz en la política del continente, ese fue el sueño de “Che” Guevara y Fidel Castro. Debería prestar atención al hecho de que Putin ha estacionado dos aviones capaces de transportar armas atómicas en Venezuela. Podríamos despertarnos un día ante una situación similar a la crisis de los misiles en Cuba.
Editorial