El chavismo, como se conoce en Venezuela al movimiento que intentó asaltar el poder por las armas en 1992 y luego lo obtuvo mediante elecciones seis años después, se encuentra sumido en un proceso de decadencia acelerada asediado por deserciones en sus cuadros más fuertes, acusaciones de traición y un poder de convocatoria casi nulo.
Al cumplirse 20 años de la primera juramentación de su fallecido líder, Hugo Chávez, el movimiento que fundó se encuentra acorralado por la inmensa presión nacional e internacional que ha llevado al desconocimiento de la legitimidad del nuevo período de Gobierno de su sucesor Nicolás Maduro.
La otrora unidad partidista gubernamental hace grietas y sus desertores esgrimen duras críticas mientras el pueblo abandona el movimiento en medio del descontento generalizado.
Heinz Dieterich, sociólogo alemán y analista político, creador del término “Socialismo del Siglo XXI” afirmó en una entrevista para la British Broadcasting Corporation, que el modelo político chavista de retórica combativa y nacionalista, enfrentado a la propiedad privada y a las empresas de capitales extranjeros, fue construido a partir de un barril de petróleo a $120.
Explica el analista que ese paradigma político empieza a deteriorarse cuando la economía mundial cambia y no se realizan las reformas estructurales necesarias para un Estado moderno.
“No habiendo formado jóvenes cuadros con ética política y sin haber creado un partido como conductor del proceso, este cae en manos de Maduro y se deteriora totalmente pues gira en torno a un eje: mantenerse en el poder”.
Y agrega “Maduro desconoce las señales de la realidad como, por ejemplo, la derrota parlamentaria de 2015, las cifras de inflación indetenible y el creciente aislamiento. Al no entender esos parámetros que muestran que el modelo está seriamente enfermo y hay que cambiarlo, entonces la espiral hacia abajo termina en lo que ahora vemos: la salida de Maduro”.
El diputado de la Asamblea Nacional, Ángel Alvarado, sostiene que desde la llegada de Maduro la depresión económica acumula una caída de 53%, ello debido a que la actividad económica pasó de 107,20 en 2013 a 50,9 en lo que va de año, lo que representa la contracción “más larga y la peor que se haya vivido en el continente americano, incluso supera la ‘gran depresión’ de Estados Unidos (…) Esto solo es comparable a la recesión de países que han vivido guerras civiles”.
De acuerdo al diputado, esta recesión se traduce en una emergencia humanitaria compleja, desnutrición, escasez de alimentos y medicinas. “El plan de recuperación económica no ha funcionado, la hiperinflación se mantiene”.
Alvarado afirma que este plan se basó en una serie de medidas que en apenas 30 días disparó la inflación, generó escasez de bienes, llevó a cifras récord la liquidez monetaria, devaluó la tasa de cambio oficial, incrementó el dólar paralelo, generó desempleo y cierre de empresas.
Esta mala gestión del gobierno de Maduro ha provocado una apatía y distanciamiento de las bases con las que contaba el proyecto socialista. El disidente chavista Nicmer Evans, hoy aliado de la oposición explicó en una entrevista a la Agencia Española de Noticias que esa distancia de Maduro con la gente ha venido costándole votos al chavismo: más de 600.000 en 2013, 1.3 millones de simpatías en los últimos comicios de mayo, que ganó el llamado “presidente obrero” en medio de denuncias de fraude, y que son la fuente de ilegalidad que le atribuyen los opositores y la comunidad internacional.
Maduro se impuso en mayo con casi 47 puntos de ventaja sobre su mayor contendor, un exaliado del oficialismo incapaz de generar entusiasmo en la oposición.
A este respecto, expertos y opositores se han referido al ventajismo y el derribo de líderes, con cárcel o inhabilitaciones para ejercer cargos públicos, como atenuantes de los contundentes triunfos chavistas en las urnas, y resaltan la impopularidad de Maduro, que se expresa en su debilitado poder de convocatoria.
Este ha sido el argumento del que se ha valido el Parlamento para apoyar al diputado y jefe de la Cámara, Juan Guaidó, que recientemente anunció asumir las competencias del Ejecutivo como presidente interino, y que ha llamado a nuevas protestas con el fin de instaurar un proceso democrático en el país.