Equipos forenses mexicanos se encontraban el sábado separando cadáveres, al menos 67, según el último reporte, luego de que explotara el viernes en la noche una toma clandestina de combustible de la petrolera estatal Pemex, en el municipio Tlahuelipan, en el estado de Hidalgo.
El número de decesos podría aumentar debido a que de los 76 heridos contabilizados, muchos están en condición crítica. Otras 85 personas han sido reportadas como desaparecidas.
Videos publicados en redes sociales muestran a familias enteras, casi en un festival, recogiendo en envases la gasolina que salía de la toma clandestina. Poco después la explosión provocó una enorme llamarada que recorrió la zanja donde se encontraba la mayoría de las personas que pereció carbonizada.
El campo quemado estaba sembrado de zapatos, jarras de plástico y bidones que habían llevado las víctimas para recoger el combustible derramado.
En las inmediaciones del sitio del suceso se mantienen parientes de los difuntos y personas que creen pueden tener familiares entre los fallecidos.
En las morgues y hospitales hay personas buscando información sobre algún pariente desaparecido.
El alcalde Juan Pedro Cruz explicó que tras reportarse la fuga efectivos del Ejército mexicano llegaron al lugar y pidieron a las personas que desalojaran el lugar, pero no pudieron controlar a la muchedumbre que se quedó surtiéndose de la toma clandestina.
Estimó que eran unas 200 personas las que se surtían del combustible.
Pemex, por su parte, anunció que envió “personal especializado” para apoyar “a la población que resultó afectada por este suceso”.
No es la primera vez que ocurre una tragedia que involucra el “huachicoleo” o robo de combustible, pero ninguna había sido tan mortífera.
En 2010, 29 personas fallecieron en San Martín Texmelucan, Puebla, cuando una toma clandestina explotó.
Este viernes otro ducto estalló en llamas en el estado vecino de Querétaro como resultado de otra toma ilegal. Pemex dijo que el incendio fue en una zona despoblada y no había riesgo para la gente.
La tragedia de Tlahuelipan ocurre mientras el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador lleva a cabo una ofensiva contra el “huachicoleo” que, según ha precisado, representó en 2017 pérdidas por 3 mil millones de dólares al Estado.
Entre las medidas tomadas por la presidencia está la suspensión del bombeo de gasolina a través de los ductos para evitar la toma clandestina.
El abastecimiento se realiza en una decena de estados con camiones cisternas, pero las dificultades para un suministro oportuno provocó escasez y largas colas en las gasolineras.
“Vamos a erradicar eso que no sólo daña materialmente, no sólo es lo que pierda la nación por ese comercio ilegal, este mercado negro de combustibles, sino el riesgo, el peligro, la pérdida de vidas humanas”, dijo el presidente López Obrador en rueda de prensa este sábado.
“¿Dónde está mi hijo?”, se pregunta Hugo Olvera Estrada a las puertas de una clínica. Ya ha recorrido seis hospitales pero no encuentra a su primogénito de 13 años, que se encontraba en el ducto Tuxpan-Tula al momento de la explosión.
A continuación uno de los videos del momento de la explosión:
Estrada cree que a su hijo lo convencieron de buscar gasolina “los hombres mayores”. Relató que a su regresoo del colegio, pasó por la casa y luego se fue a donde estaba la multitud extrayendo la gasolina.
La misma angustia está viviendo Marciel Cervantes. Teme que su hermano Isaac Aurelio Cervantes sea uno de los desaparecidos. No contesta el celular y su auto estaba estacionado a la vera del campo, expresó.
“La gente ya sabe a qué le atienen cuando se meten en esto”, dijo al envolverse en una manta para protegerse del frío. “Pero la mayoría de la gente no entiende”.