La posibilidad de conducir un coche solar autónomo es una de las metas tecnológicas más esperadas, especialmente en estos tiempos donde el debate ecológico sobre recursos energéticos resulta tan apremiante. Sin embargo, todo parece indicar que esta posibilidad aún se encuentra lejos de un uso comercial y masivo.
Los intentos de su fabricación apuntan a un auto que, además de ser autónomo a nivel de conducción, pudiera recargarse exclusivamente con energía solar. Es decir, que fuera autosuficiente energéticamente hablando.
Si bien muchas empresas automovilísticas y startups de nueva creación ven en el negocio de los coches solares un nicho de mercado muy importante, también es cierto que las limitaciones existentes no se remiten exclusivamente al ámbito tecnológico, sino que impedimentos relacionados con las leyes de la física juegan un rol determinante en esta aventura tecnológica. La principal: el Sol no es capaz de proveer toda la energía que necesitamos en una superficie tan reducida.
Los coches equipados con paneles fotovoltaicos no son algo nuevo. De hecho, en el caso del Toyota Prius híbrido enchufable, se encuentra disponible desde el año 2010 en lo que fue el primer intento de incorporar la tecnología solar al sector de la automoción. No obstante, aquel panel solar no servía para cargar la batería de tracción, sino que sus 56 W de potencia solo se utilizaban para refrigerar el habitáculo cuando el coche estaba aparcado al sol.

Otras propuestas en esta misma dirección las podemos apreciar en el caso del Lightyear One o el mediático Sono Sion, que promete hasta 34 kilómetros diarios “gratis” gracias a la luz del sol. Incluso la propia Toyota se ha atrevido con un nuevo prototipo del Toyota Prius, esta vez con 860 W de paneles solares y prometiendo recuperar un máximo de 44,5 kilómetros de autonomía diarios.
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Si conseguir que un coche recorra una cantidad significativa de kilómetros gracias exclusivamente a la luz del sol es ya un reto técnico importante, extrapolarlo a un coche autónomo se convierte en uno de dimensiones astronómicas.
En el reto de desarrollar un coche solar autónomo, contamos principalmente con dos limitaciones técnicas: la superficie disponible y la eficiencia de las células fotovoltaicas:
Superficie disponible: La superficie disponible en un coche es limitada y no puede ser aumentada a placer.
Eficiencia de las células solares: Actualmente, los paneles solares que más rendimiento ofrecen del mercado tienen una eficiencia del 22,8%.
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Sí que es cierto que el vehículo podría equipar cierta capacidad de baterías donde almacenar la energía solar excedente o generada mientras el coche está parado. Pero esto chocaría directamente con el concepto de coche autónomo. Y es que al no llevar conductor, los vehículos autónomos no requerirían realizar paradas periódicas. Y en caso de tener que detenerse, será en situaciones de baja demanda, lo que probablemente coincidirá con las horas nocturnas (y de nula radiación solar).

Por lo tanto, en el mejor de los casos podríamos hablar de un coche autónomo parcialmente asistido por energía solar, pero nunca de un coche energéticamente autosuficiente. Y habría que considerar si, merece la pena equipar a los coches con este tipo de sistemas con la complejidad y el coste que ello conlleva.