El número de incidentes violentos que involucran tiroteos con saldos fatales y heridos ha aumentado de forma considerable en los últimos meses en la ciudad de Philadelphia. Pero a medida que los homicidios se han incrementado, también lo han hecho las refriegas con armas de fuego sin saldos fatales.
De acuerdo con datos de la Oficina del Fiscal de Distrito, desde que comenzó el presente año hasta el pasado jueves 8 de abril en Philadelphia se habían registrado 388 tiroteos no fatales. Esta cifra representa un aumento del 42% con respecto al mismo periodo en el 2020.
Según indican datos de la Oficina del Contralor de la Ciudad citados por el canal NBC10, los tiroteos sin fallecidos comenzaron a aumentar desde 2017 cuando ocurrieron 967 incidentes de ese tipo. La misma fuente refiere que en el año 2018 hubo 1.136 tiroteos no fatales, en 2019 se registraron 1.165 mientras que en 2020 ocurrieron 1.838.
La noche del pasado jueves 8 de abril, a pocas horas de que las autoridades anunciaran la aplicación de una nueva iniciativa contra la violencia, una adolescente de 16 años resultó herida de bala en un hombro luego que un desconocido disparara por lo menos 25 proyectiles de forma indiscriminada, mientras la joven se encontraba en el interior de un automóvil estacionado junto a un parque al oeste de Philadelphia.

Para esta adolescente y para todos los sobrevivientes de la violencia con armas de fuego en la ciudad, las consecuencias pueden ser devastadoras permanentes según consideraciones de Jason Gravel, profesor del Departamento de Justicia Criminal de la Universidad de Temple.
“Los tiroteos no fatales significan que alguien todavía está cerca y tiene que lidiar con los impactos que estos hechos han causado en sus vidas, de manera mental y física. Eso agota los recursos de los individuos afectados, pero eventualmente también lo hace con los recursos de la ciudad y la sociedad”, comentó Gravel entrevistado por NBC10.
El catedrático explicó que las personas que sobreviven a la violencia armada pueden quedar discapacitadas permanentemente, lo que obstaculiza su capacidad para trabajar o participar en los esfuerzos para mejorar sus comunidades.
Además, los sobrevivientes de tiroteos pueden servir como manifestaciones físicas de lo que la gente en áreas de alta criminalidad ya teme.
“A veces se pierde una vida incluso si la persona no muere, y eso es un costo inmenso para muchas personas en comunidades donde la violencia es frecuente. Es un recordatorio diario de lo que puede suceder cuando tienes miedo y cuando no te sientes seguro”, acotó Gravel quien añadió que es importante darse cuenta que los tiroteos no solo involucran a delincuentes y víctimas sino que a menudo esos incidentes violentos envuelven a otras personas que nada tienen que ver con el suceso.
Jason Gravel explica que en una comunidad que registre una elevada criminalidad, sus residentes pueden tener y empuñar un arma de fuego no porque planeen disparar a alguien, sino porque viven con miedo y sienten que necesitan un arma para defenderse. Esa proliferación de armas puede ocasionar que lo que de otro modo sería un conflicto que termina en una pelea, se convierta en un incidente que termina en tiroteo.
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Autoridades locales y federales propusieron en días pasados algunas soluciones a la violencia armada. El pasado jueves los funcionarios anunciaron un enfoque de “Manos a la obra” que agregaría recursos federales para procesar delitos con armas de fuego. Entre las propuestas el ex alcalde Ed Rendell propuso la idea de incorporar de nuevo a sus tareas a policías retirados.
Pero el profesor Gravel sugiere que en este momento los tiroteos son tan numerosos que eventualmente pueden disminuir de forma natural, así que agregar oficiales de policía solo coincidiría con esa merma pero no sería la causa de esa caída natural.
“La policía no es una solución a largo plazo para esto. Simplemente no lo es. Si ese fuera el caso, ya lo sabríamos. Si pensamos que más vigilancia policial, una vigilancia más agresiva es una solución para cualquier cosa en Estados Unidos, creo que no hemos aprendido nada”, dijo.
El catedrático opina que, en lugar de pensar en la incorporación de más policías, los líderes deberían centrarse en los problemas subyacentes como la pobreza y dedicar dinero y recursos a trabajadores sociales y miembros y grupos comunitarios de confianza.