La administración de Donald Trump, en plena ofensiva contra la universidad estadounidense de Harvard, ordenó suspender la tramitación de visas para estudiantes extranjeros, a los que quiere analizar en las redes sociales, una decisión que China fustigó.
En su última medida contra la prestigiosa universidad, la Casa Blanca indicó que ahora quiere poner fin a todos sus contratos con Harvard.
Pero la ofensiva de Trump, decidido a imponer su programa nacionalista y conservador en el mundo de la educación, va más allá de esta prestigiosa institución acusada de complacencia antisemita, de tener vínculos con el partido comunista chino y, más ampliamente, de ser un foco de propagación de ideas demasiado radicales.
Ahora apunta a los estudiantes extranjeros.
En un documento interno consultado por AFP, el Departamento de Estado solicitó a las embajadas y consulados que no autoricen “citas para nuevas visas de estudiantes o programas de intercambio” mientras esperan la publicación de “directrices sobre el examen exhaustivo de las redes sociales para todas las solicitudes de este tipo”.
“El objetivo, como han declarado el presidente y el secretario de Estado (Marco) Rubio, es asegurarse de que las personas que están aquí entiendan lo que es la ley, que no tengan intenciones criminales”, justificó la portavoz del jefe de la diplomacia estadounidense, Tammy Bruce.
Desde el regreso del republicano Trump a la Casa Blanca, cientos de estudiantes extranjeros ya han visto sus visas canceladas y estudiantes en situación legal en territorio estadounidense que participaron en manifestaciones propalestinas fueron arrestados y amenazados con la expulsión.
El presidente estadounidense quiere prohibir además a Harvard que reciba estudiantes extranjeros, que representan el 27% del total de su alumnado.
Un juez emitió una orden de suspensión de la orden de Trump a la espera de una audiencia sobre el asunto el jueves.
Preocupación por la tramitación de visas
Estudiantes estadounidenses y extranjeros expresaron su preocupación durante una manifestación en Harvard, donde pidieron que se “permita quedarse” a quienes vienen a estudiar desde otros países.
“Todos mis amigos y compañeros internacionales, profesores e investigadores están en peligro y amenazados de expulsión, o su alternativa es cambiar” de universidad, afirma Alice Goyer, vestida con toga negra.
Los estudiantes extranjeros “que están aquí no saben a qué atenerse, y aquellos que están fuera no saben si podrán regresar… No sé si haría un doctorado aquí, seis años es mucho tiempo”, afirma Jack, un estudiante británico que solo da su nombre de pila.
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Como reacción, Hong Kong y Japón ya expresaron su disposición a abrir las puertas de sus universidades a estudiantes extranjeros que se vean obligados a renunciar a Harvard.
“Hemos pedido a las universidades (japonesas) que consideren posibles medidas de apoyo, como la acogida de estudiantes extranjeros inscritos en universidades estadounidenses”, declaró la ministra japonesa de Educación, Toshiko Abe. Las universidades de Tokio y Kioto ya indicaron que están considerando acoger a algunos.
“Menos graduados LGBT+”
La administración Trump acusa a esa universidad, ubicada en la localidad de Cambridge, en el estado de Massachusetts, de permitir que prospere el antisemitimos y de propagar ideologías progresistas “woke”, un término peyorativo para referirse a la investigación sobre género, derechos humanos, discriminación racial y políticas de diversidad.
El gobierno estadounidense también acusa a Harvard de tener vínculos con el Partido Comunista Chino.
“Instamos a Estados Unidos a garantizar concretamente los derechos e intereses legítimos de los estudiantes internacionales, incluidos los estudiantes chinos”, afirmó el miércoles en rueda de prensa en Pekín Mao Ning, una portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores.
El gobierno federal estadounidense ya ha eliminado más de 2.000 millones de dólares en subsidios para la universidad, lo que ha frenado algunos programas de investigación. Según los medios estadounidenses, los contratos firmados por el ejecutivo con Harvard, que ahora la Casa Blanca quiere cesar, representan 100 millones de dólares.
“El presidente está más interesado en la idea de dar el dinero del contribuyente a escuelas y programas de comercio, así como a escuelas públicas que promuevan los valores estadounidenses, pero sobre todo eduquen a la próxima generación en base a las competencias que necesitamos en nuestra economía y sociedad”, declaró su portavoz, Karoline Leavitt, en el canal Fox News el martes por la noche.
“Necesitamos más de estas cosas y menos graduados LGBT+ de Harvard”, subrayó.
Por: AFP