Curry logró la hazaña. Sucedió en el lugar donde tenía que pasar, en el mítico Madison Square Garden, la mayor caja de resonancia del deporte, para que se derribara la mejor marca de triples en la historia de la NBA.
Estaba todo preparado como en el cine y el base de Golden State Warriors, Stephen Curry, no defraudó a nadie frente a los Knicks. Le bastaron cinco minutos para que anotara su triple número 2.974 y derribara la gran muralla que ostentaba Ray Allen (2.973).
El partido se detuvo para que ingresara Allen al tabloncillo y se tomara un selfie para la historia. Curry necesitó 788 partidos, 511 menos de los que necesitó Ray Allen para establecer la anterior plusmarca que tenía diez años de vigencia.
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“Llevo pensando en este tiro demasiado tiempo”, admitió Curry a quien en los últimos encuentros la canasta se le mostraba esquiva, tal vez por algo de ansiedad. El base de los Warriors tiene más de una década taladrando los aros de la NBA. Anota 3,8 de los 8,7 lanzamientos que tira en cada partido. Su promedio va por encima del 43%.
Al final del partido los Warriors doblegaron a los Knicks 105-96, pero el resultado ya no importaba para los anales de la NBA. De ahora en adelante la marca de Curry crecerá con cada partido hasta hacerla sideral.
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Ahora la gran pregunta radica en cuántos triples anotará antes de su retiro. El mejor tirador de todos los tiempos suma y sigue. Su grandeza es ya una rutina.