El tenista serbio Novak Djokovic, el número 1 del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) cayó derrotado de manera sorpresiva ante el alemán Alexander Zverev en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
De esa manera sucumbe el sueño dorado del serbio. Los expertos daban por sentado que Novak Djokovic se llevaría el Golden Slam, vale decir, conquistaría los cuatro Grand Slams de la temporada junto con la medalla de oro de los Juegos Olímpicos.
Justo cuando tenía la victoria en sus manos y tras dominar el primer set con gran superioridad, un 6-1 inapelable, al serbio se le acabó el combustible. El alemán Zverev enchufó ocho juegos consecutivos y terminó con los brazos en alto (1-6, 6-3 y 6-1). La gran final será contra el armenio Karen Khachanov y Djokovic se tendrá que consolar el sábado con la pelea por el bronce contra el español Pablo Carreño.
La caída de Djokovic implica un baño de agua fría para los aficionados al deporte blanco, pues se trata de uno de los mejores tenistas de la actualidad y tal vez de la historia. Los números hablan por él.
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El serbio es el tenista con más semanas en el ranking de la ATP, el único en ganar por lo menos dos veces todos los Masters 1000 o ser el máximo ganador del Australian Open con nueve títulos. En esta ocasión mucha gente apostaba que obtendría lo que ningún tenista en este siglo ganaría como lo es el Golden Slam. Sólo la tenista alemana Steffi Graf ha logrado esa proeza en 1988.
El número uno del mundo llevaba 22 triunfos al hilo. Por ello se alzó con los torneos Roland Garros y Wimbledon. Ahora nadie se explica el extraño desplome de bajón de Djokovic cuando los expertos consideraban que el enfrentamiento sería como un día más en la oficina.
Pero Zverev no es ningún arribista. Es el número 5 del mundo a quien los Juegos Olímpicos le brindan la gran oportunidad de su vida.