Si las redes sociales tienen la libertad de excluir “por inconveniente” a cualquiera, es hora de mirarlas de otra manera. El silencio digital al que ha sido expuesto Donald Trump pueda que sea una medida saludable. Sin embargo causa cierta alarma, porque entrega el poder de la mordaza a una compañía anónima, por así decirlo.
La libertad de expresión es un derecho fundamental. Su uso está regido por las leyes y nadie puede ser irresponsable. Antes de Donald Trump, cualquiera podía desaparecer de las “redes sociales”, tal como hacen físicamente con los disidentes de una dictadura. No obstante el ostracismo ha recaído sobre “el Jefe político más importante del mundo libre”. Y todo se ha vuelto distinto.
Algunos analistas creen que acallar a Donald Trump es una venganza velada. Lo hicieron en la ocasión de una “aparente sedición”, debido a que hay ciudadanos de primera y de segunda. Los hechos son fáciles de seguir en el diorama. El neoyorquino vetó la Ley de Defensa de 2021. Una norma que rescataron sus correligionarios desde el senado. Hicieron sobrevivir la ley federal conocida como “Sección 230”. Esta protege ante el contenido publicado por terceros a empresas de internet como Facebook, Twitter y Google, a las que Trump considera sesgadas contra los principios conservadores.

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“Nuestro Senado republicano perdió la oportunidad de derribar la Sección 230 que le da poderes ilimitados a las Grandes Compañías Tecnológicas”, tuiteó Trump tras el pronunciamiento de la Cámara. “Patético!!!”, afirmó para el momento.
El silencio digital: Un bogeyman
La Ley de Decencia en las Comunicaciones es un salvavidas para las plataformas sociales. La Sección 230 está dentro de esa ley. Ha sido interpretada como un eximente de responsabilidad a proveedores de Internet. Enmendarla fue una amenaza clara de Donald Trump a las grandes corporaciones.
Se trata de una especie de “bogeyman” que asusta a Jack Dorsey, Mark Zuckerberg y Larry Page. El diario El País de España tiene un par de párrafos que son unas gemas. Los extraíamos del texto “El silencio impuesto al tuitero en jefe”. El material editorial es de María Antonia Sánchez-Vallejo.
“En sus primeros 11.000 tuits en la Casa Blanca había más de 1.700 mensajes con teorías de la conspiración e información falsa”. Todo ello, sin que la red social haya puesto coto a los excesos hasta que sus mensajes sobre la COVID-19 y el fraude electoral rizaron el rizo de la desinformación”.
Merkel es un ejemplo
La democracia alemana es una de las más adelantadas del mundo. Es el país vanguardia en la Unión Europea. Conocer qué piensan en torno al silencio digital aplicado a Donald Trump es útil para hacer un juicio.

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La canciller alemana Angela Merkel considera el paso “problemático”. No concuerda con el cierre por parte de varias redes sociales, entre ellas Twitter, de las cuentas del presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, indicó el lunes su portavoz.
“Es posible interferir en la libertad de expresión. No obstante según límites definidos por el legislador, no por la decisión de una dirección de empresa”, explicó Steffen Seibert en conferencia de prensa.