El preso que poseía la estadía más larga en el “corredor de la muerte” del estado de Tennessee, tomó la decisión de morir en la silla eléctrica y evitó la inyección letal.
David Miller fue declarado muerto el jueves a las 19:25 hora local tras recibir dos secuencias de descarga con 1.750 voltios durante 20 y 15 segundos respectivamente.
Estuvo recluido por algo menos de cuatro décadas en la Institución de Máxima Seguridad Riverbend, en Nashville, condenado por el homicidio de Lee Standifer, una chica con discapacidad intelectual con la tenía una relación sentimental.
David Miller es el segundo preso que, en poco más de un mes, prefirió morir electrocutado que con una inyección letal, en su caso por matar a su entonces pareja en 1981.
El pasado 1 de noviembre, también en Tennessee, Edmund Zagorski prefirió la silla a la inyección letal.
Desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena de muerte cuatro décadas atrás han sido ejecutadas 1.488 personas, nueve de ellas en Tennessee.
En documentos judiciales previos a su ejecución, Miller dijo que la silla eléctrica es “inconstitucional”, pero que la inyección letal es “todavía peor”.
Tennessee y otros ocho estados de la Unión conservan aún la silla eléctrica como método secundario de ejecución en caso de que los presos la prefieran a la inyección letal, que es la primera opción en todo el país, o en caso de que ésta no esté disponible.
Miller, un hombre blanco de 61 años, recibió una primera descarga de 1.750 voltios durante 20 segundos, seguida por una pausa de 15 segundos y una segunda descarga también de 1.750 voltios de 15 segundos antes de ser declarado muerto.
El reo fue ejecutado por asesinar la noche del 30 de mayo de 1981 a Lee Standifer. La chica de 23 años, apareció golpeada y apuñalada la mañana del 31 cerca de la vivienda en la que residía Miller en Knoxville (Tennessee) después de que los dos fueron vistos juntos la noche anterior.
Pollo frito, puré de papas, galletas y café fue lo que tomó como última cena el preso, una comida que de acuerdo al estado de Tennessee tiene que cubrirse con un presupuesto máximo de 20 dólares.
La de Miller fue la tercera ejecución del año en Tennessee y la número 23 en todo el país.