Hace un siglo, Marcel Proust (1871-1922) recibió el Premio Goncourt, el galardón literario más importante de su Francia natal. Un centenario que la pequeña editorial parisina Éditions de Fallois va a aprovechar sabiamente para publicar novelas cortas, borradores y relatos del inmortal autor que nunca habían visto la luz.
No es que los manuscritos acaben de aparecer. Hacía tiempo que estaban en manos de Bernard de Fallois, especialista en Proust y fundador de la editorial en cuestión. Aunque falleció en enero de 2018, el editor dejó escrito en su testamento que en su archivo había guardadas siete cajas con manuscritos del autor. Fue el crítico de literatura Luc Fraisse, como él mismo contó en una entrevista con la emisora France Culture, quien recibió el encargo de poner orden a estas obras inéditas.
El miércoles 9 de octubre llegaron a las librerías francesas las ansiadas páginas de Proust, con el título Le Msytérieux Correspondant et autres nouvelles inédites (El misterioso corresponsal y otros relatos inéditos), y Fraisse es el editor.
Todo apunta a que Marcel Proust escribió estos relatos para su ópera prima, Les plaisirs et les jours (Los placeres y los días), publicada en 1896 cuando debía rondar los veinte años.
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Pero el joven autor finalmente decidió no incluir los textos en Los placeres y los días. El editor Fraisse cree que puede haber dos explicaciones. Una podría ser simplemente que Proust no estuviese satisfecho con el resultado de sus textos pues la mayoría de ellos no están completos.
También tendría que ver, con que muchos de estos relatos incluyen elementos homosexuales, algo que Proust podría haber considerado delicado. Las convicciones morales de la sociedad en la que vivió Proust no se caracterizaban precisamente por el respecto y la tolerancia con la diversidad sexual y de género.
Bernard de Fallois supone que, dada la época, el abandono de estos relatos bien puede estar conectado con la temática homosexual. Su teoría es que si Proust hubiese incluido sus historias homosexuales en Los placeres y los días, esto se habría convertido en el tema principal de la obra.
Marcel Proust no ocultó que se sentía atraído a los hombres. Prueba evidente de ello es su correspondencia con el compositor Reynaldo Hahn.
Pero, de acuerdo con la editorial de Fallois, estos textos desconocidos hasta ahora serían “una especie de diario” del autor bajo el “pretexto transparente de la ficción”. Al contrario que en À la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido), donde una y otra vez hay momentos cómicos, la conciencia de la propia homosexualidad aquí “es vivida como algo trágico, como una maldición”.
Otra cosa que hace tan especiales a estas novelas es el hecho de que en ellas se comprende la génesis del escritor Proust quien experimentó con diferentes formas de narración, abordó temas que luego volvería a retomar y, de hecho, en términos estilísticos, su escritura se parece bastante a sus principales obras posteriores. En opinión de la editorial, “con esta colección de relatos llegamos a los orígenes de En busca del tiempo perdido”.
El coloso literario en siete tomos es una de las obras más extensas y significativas de la literatura francesa del siglo XX. Su narrador en primera persona revive por momentos de forma minuciosa detalles de su infancia. Los últimos tres tomos de En busca del tiempo perdido fueron publicados de forma póstuma.
Al conjunto de la obra de Proust se suman otros escritores literarios, así como miles de cartas que empezó a escribir desde los 17 años. Proust, que afrontó muchos reveses de la fortuna y fue desde niño una persona enfermiza, murió el 18 de noviembre de 1922, a los 51 años de edad.