La reina Isabel II concedió permiso a su hijo el príncipe Andrés “para retirarse de todos los deberes públicos que conlleva su cargo en el futuro inmediato”, según un comunicado del palacio de Buckingham. Esto ocurre a raíz del escándalo suscitado por la amistad del duque de York con el empresario Jeffrey Epstein, acusado de pederastia y que fue hallado muerto en su celda.
Esta acción es el modo protocolario de reconocer que la implicación del príncipe Andrés en el escándalo del millonario y pedófilo estadounidense se había convertido en un serio peligro para la monarquía británica.
El segundo hijo de la reina de Inglaterra, de 59 años de edad, reconoció que sus vínculos con Epstein se han convertido en “un gran estorbo” para la familia real y las asociaciones caritativas que trabajan con ella.
“Sigo lamentando sin ambages mi errónea relación con Jeffrey Epstein. Su suicidio ha dejado muchas preguntas sin respuesta, particularmente para sus víctimas, y expreso mi más profunda compasión con cualquiera que se haya visto afectado y que esté buscando la forma de pasar página”, manifestó.
“Ha quedado claro en los últimos días que las circunstancias en torno a mi anterior relación con Jeffrey Epstein se han convertido en un grave factor distorsionador en el trabajo de la familia real y en el valioso trabajo de muchas organizaciones y proyectos caritativos en los que participo”, agregó en su comunicado.
En las horas posteriores a una entrevista concedida por el duque de York a la BBC y que fue emitida el pasado sábado, varias empresas, universidades y organizaciones humanitarias anunciaron su intención de apartarse y alejar su imagen de la del príncipe Andrés.
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El duque de York utilizó 50 minutos de entrevista para intentar alejar las acusaciones que le implicaban con las actividades ilícitas de Epstein, en concreto para negar su relación sexual en 2001, con una menor de 17 años identificada como Virginia Roberts, quien formaba parte de la red de “esclavas sexuales” del millonario estadounidense.