La voz de la hondureña se oye en oración a través de su cuenta de Facebook. Es una trasmisión cargada de esperanza. “Gracias Dios, Aleluya. Gracias Rey de Reyes”. Son las palabras de quien conoce la amargura de la separación. Ella alienta a los que padecen el rigor de la distancia forzada a no perder la fe. Este trabajo es sobre Philly y la historia de Keldy Mabel Gonzales Brebe.
No existe manera de desvincular el dolor de la centroamericana con una experiencia espiritual. “Todos los días ruego a Dios que entren las demás madres y padres (a Estados Unidos) porque es tan duro. Yo tengo comunicación con ellos y lloran por sus hijos,” dice Keldy. “Me dicen ‘¿Qué sabes? ¿No has sabido nada?’ Yo siempre les digo que sólo tengan paciencia, que lo van a lograr”.
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El trabajo de la periodista Claudia Torrens de la Associated Press ha hecho llorar a millones. En un amplio reportaje narra el reencuentro de Keldy Gonzales con sus hijos. Es la crónica sobre un abrazo apretado y lleno de lágrimas que tardó casi cuatro años en llegar. Es una prueba de que la misericordia puede estar en el más duro de los corazones.
Philly y la historia de Keldy
Dos hermanos asesinados y haber puesto precio a su cabeza movieron a Keldy de Honduras al desierto de Nuevo México. La ausencia de justicia en muchas naciones latinoamericanas no deja salidas a las víctimas. Sus perseguidores le pisaban los talones. Su pecado fue comprar una parcela para trabajar sin el permiso de jefe del hampa de La Ceiba en Honduras.

En 2017 cruzó la frontera con su hijo menor, Erick, que ahora tiene 17 años, y su hijo mediano, Mino, hoy de 19. Philly y la historia de Keldy tienen su primer lazo en ese episodio. Planeaban pedir asilo. Ingenuamente saludaron con los brazos cuando vieron a una camioneta de la patrulla fronteriza en el desierto de Nuevo México.
Ella y sus hijos fueron llevados a una celda en un centro de detención en Deming, Nuevo México. Pensaban que en algún momento serían liberados y se podrían reunir con Alex, hijo mayor de Keldy. Él había cruzado la frontera el mismo día por Arizona.
Los años de una separación
Philly y la historia de Keldy es una trama circular en la que al menos están envueltas cinco mil separaciones. La de la hondureña a la postre tuvo final feliz. Hay casos donde los niños no saben nada del paradero de sus padres. Los hijos de la joven mujer fueron enviados con un pariente en Filadelfia y la mujer fue deportada. Eran los tiempos de “cero tolerancia de Donald Trump”.
Sin embargo Keldy Mabel Gonzales Brebe jamás se rindió. Tras ser deportada, huyó de nuevo de Honduras, hacia el norte. No pudo llegar más allá de Ciudad Juarez, México, en la frontera con El Paso, Texas. Desde ahí luchó los últimos dos años para volver a reunirse con sus hijos.
Fue una época en la que se perdió sus cumpleaños y cuatro Navidades. En videollamadas veía cómo crecían. Ya no eran niños, comenzaba a salirles barba. “Hubo un tiempo en que pensé que no les iba a volver a ver”, dijo.
La mano de Jehová y Biden
Alejandro Mayorkas, director del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos, conoció el caso de la centroamericana. Calificó el esfuerzo de reunificación como “sólo el principio” de una amplia campaña. Será una tarea ardua recomponer los entuertos dejados por la administración Trump.

En Philly la historia de Keldy alcanzó un nuevo clímax. La respuesta que ella esperaba con ansia llegó el mes pasado. Recibió un telefonema de Linda Corchado, directora de servicios legales para Las Americas Immigrant Advocacy Center. Es una organización sin ánimo de lucro en El Paso. Le dijo: el gobierno de Biden estaba intentando reunir a familias separadas hace años en la frontera. Keldy necesitaba fotografías tamaño pasaporte.
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“Me alegré tanto porque ya me vino a mi mente y mi corazón una sensación de que esto ya era lo final, ya,” dijo. “Dos semanas después la abogada me dijo: ‘Keldy parece que va a entrar el martes 4’”.
Y así fue. Entró a Estados Unidos el 4 de mayo con Corchado, a través del Puente de las Américas.
Tomó un vuelo a Dallas y luego otro a Filadelfia. En esos aviones pensaba en las primeras palabras que les diría a sus hijos. “Los amo”, fue lo primero que por su boca salió.