El español es la segunda lengua más hablada del mundo. Aunque hay un certificado de origen, ningún hispanoparlante “lo habla mejor que otro”. Además, los préstamos idiomáticos son una actividad humana. Sin embargo existe un requisito mínimo para ser bilingüe, y eso pasa por hacer un uso apropiado de las palabras. La única forma de reencontrar un idioma es la lectura. De allí la importancia de Philibros, que busca rescatar al olvidado idioma español.
El desvanecimiento de una lengua es a veces consecuencia de la inmigración. El uso de modismos es a causa de los intercambios culturales. Sin embargo hablar con propiedad es el deber ser. Es la convención más simple y lo que nos mostrará como personas socialmente preocupadas.
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El orgullo por la herencia es el tema central. Modismos, jergas, nacionalismos y préstamos son parte del ejercicio vivo de los idiomas. Sin embargo los barbarismos no deberían tener cabida. No hay un mejor “hablante español que otro”, mientras use las palabras con propiedad. Es triste cuando se ve morir a la gramática de la lengua madre, frente a los esfuerzos por aparentar ser más filadelfiano que Benjamín Franklin. Aunque “este tío era oriundo de Boston”, diría con llana naturalidad un ibérico.
Bajo estos pilares se fundó Philibros, un aporte de la comunidad latina de South Philly. Ofrece libros en español para compartir. El proyecto de intercambio de libros que pretende promover la lectura y fortalecer la solidaridad y la confianza. Es un aporte Reyna Cáserez, Dulce Ramírez, Edgar Ramírez y Carlos José Pérez, quienes trabajaron juntos para fundar la biblioteca.
Philibros allana de a poco
Ellos saben que el lenguaje es un don, un regalo cultural, y es responsabilidad de cada etnia resguardarlo. Además nos hacemos más fuertes como grupo cuando alcanzamos el grado de bilingües, una condición que se cultiva con la lectura.
Philibros instaló su primera biblioteca comunitaria la semana pasada en el restaurante Taquitos de Puebla, en el Ninth Street Market. Todavía están por llegar más de 15 estantes de madera a varios locales comerciales. Casi todos de propiedad mexicana en todo el sur de Filadelfia. Los negocios participantes son nueve hasta la fecha. Tamalex, Kalas Estética, Alma del Mar, Philly Barbacoa, Philatinos Radio, Los Amigos Bakery, Mole Poblano, Cuatro Soles y Morales Taquería. Esa es la lista.
“Aunque no fui a la escuela, la lectura me ayudó a saber muchas cosas. Incluso con las novelas se aprende historia”, dijo Edgar Ramírez. Él es fundador de Philatinos Radio y uno de los líderes originales del proyecto.
Tuvimos acceso a los testimonios a través de una nota editorial de Emma Restrepo, del staff de WYHH. En el reportaje aparece Reyna Cáserez, quien llegó a Filadelfia desde Hidalgo (México) cuando era adolescente. Espera “promover la lectura en español en Filadelfia y sus alrededores y unir a la comunidad latina” a través de Philibros.
Para Dulce Ramírez, lo más importante de las pequeñas bibliotecas es su potencial para ayudar a cultivar una conexión permanente con el patrimonio. Ramírez llegó a Estados Unidos desde Puebla (México) cuando era sólo una niña. Perdió la conexión con su idioma español nativo. Espera que el proyecto “nos conecte con nuestras raíces, con nuestro idioma”.
“Ahora, como madre, quiero ayudar a mi hijo a establecer esa conexión con sus raíces a través de la lectura”, dijo.
No es una guerra
El idioma es una herencia, no una posesión. Es una virtud que se transmite de generación en generación. No es requisito ser grandilocuente para ser bilingüe, mas si es necesario apropiarse de los verdaderos significados de las palabras.
Cada caja de madera de la biblioteca tendrá el nombre de su donante. Al menos como sucedió con las tres primeras. Esas llevaron el nombre de mexicanos que tienen una larga historia en Filadelfia.
Está la caja “María”, que honra a Ana María Josefa y Muñiz. Ella es la Emperatriz de México en el exilio. Murió en Filadelfia en 1861 y está enterrada en la iglesia católica de San Juan Evangelista en Center City.
También está la caja “Albert”. Honra a Charles Albert López. Fue un escultor mexicano-americano que formó parte del grupo que creó la estatua del presidente William McKinley situada en el Ayuntamiento.
Por último, está la caja “José”, que rinde homenaje al Dr. José Castillo. Él sirvió a los inmigrantes durante más de 20 años antes de su muerte en 2009. El médico y cirujano mexicano-americano creó la SILAMP, la Sociedad de Profesiones Médicas Iberoamericanas.
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En las próximas semanas, Philibros también pondrá en marcha un club de lectura. Realizará sesiones de lectura para niños, dirigidas por Reyna Cáserez. El grupo compartirá actualizaciones en las redes sociales, a través de Facebook e Instagram.