El papa Francisco declaró que está dispuesto a mediar en la crisis venezolana si las dos partes en conflicto están de acuerdo.
El Sumo Pontífice, en una rueda de prensa en el avión de regreso a Roma después de su visita a los Emiratos Árabes, confirmó que recibió una carta del presidente Nicolás Maduro, pero recalcó que no la ha leído.
El régimen de Maduro, a quien buena parte de la comunidad internacional dejó de reconocer como Jefe de Estado, había adelantado que envió una misiva al obispo de Roma para que fungiera como mediador en la crisis.
Maduro ha hecho pública su intención de dialogar con el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, a quien múltiples países han dado legitimidad como mandatario encargado de Venezuela.
Sin embargo, la oposición ha descartado un diálogo con el régimen debido a que considera que este proceso ya fue agotado y solo sirve para darle oxígeno a una “dictadura” responsable de la escasez de alimentos y medicinas, así como de la hiperinflación y las restricciones a las libertades en el país sudamericano.
La pregunta de los periodistas al Papa sobre la mediación en Venezuela fue acompañada de un contexto sobre la exitosa mediación de Juan Pablo II entre la Argentina y Chile para evitar una guerra por el diferendo limítrofe del Beagle, en 1978.
Francisco destacó la mediación de Juan Pablo II que “evitó una guerra” entre Argentina y Chile y puntualizó que “hay pequeños pasos” que deben darse ante semejante intervención, “el último es la mediación”.
“Desde la Secretaría de Estado podrán explicar todos los pasos que se pueden hacer”, adelantó el Papa a los periodistas durante el viaje.
“Para que se haga una mediación, el último paso, es necesaria la voluntad de ambas partes, ambas tienen que pedirla. Ese fue el caso de Argentina y Chile”, dijo. Recordó, además, que la Santa Sede intentó facilitar un diálogo entre la oposición y Maduro, a fines de 2016, en una virtual mediación que terminó fracasando.
La semana pasada luego de su visita a Panamá, el Sumo Pontífice declaró que temía un “baño de sangre en Venezuela”.