La mayoría opositora del Parlamento venezolano invistió de nuevo el martes 7 de enero al líder Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela y de la Asamblea Nacional, tras una accidentada sesión en la que los diputados tuvieron que abrirse el paso hacia el Palacio Legislativo a la fuerza.
Esta decisión ratifica el desafío de la oposición al presidente Nicolás Maduro, que gobierna desde 2013, y al que buena parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, le pide que se aparte del poder y convoque a “elecciones libres”.
El pasado domingo 5 de enero en escenarios separados y en una inusual jornada en la historia de la elección de la junta directiva de la Asamblea Nacional venezolana (Parlamento), los diputados de distintas tendencias políticas designaron a dos presidentes para el órgano legislativo para el período 2020-2021.
Los diputados chavistas votaron como presidente del Parlamento a Luis Parra, expulsado de la oposición y casi desconocido. A finales de 2019 fue señalado por liderar un entramado de corrupción vinculado con el régimen de Nicolás Maduro, lo que motivó su exclusión del opositor partido Primero Justicia.
Las fuerzas militares impidieron a golpes la entrada al hemiciclo a Juan Guaidó y a los diputados que aspiraban ratificarlo en la presidencia del parlamento.
La bancada opositora se trasladó a otro lugar en Caracas donde se efectuó la sesión en la que Guaidó fue reelegido como líder de la cámara legislativa.
Ambas directivas convocaron al inicio del periodo de sesiones ordinarias el martes 7 de enero.
Parra asistió temprano al Parlamento Nacional y realizó una suerte de sesión de la Asamblea Nacional sin el quórum reglamentario.
Antes del mediodía Juan Guaidó, logró entrar al hemiciclo tras ser golpeado por militares que sitiaban la sede del parlamento. Mientras, Luis Parra y su fraudulenta directiva salieron corriendo para refugiarse en las oficinas de la presidencia.