Una nueva caravana de hondureños se une en segunda oleada que pretende llegar a los límites entre los Estados Unidos y México donde ambicionan solicitar asilo para acceder a la afamada “tierra de las oportunidades”, todo esto en un momento histórico en el que Andrés Manuel López Obrador deberá decidir si deja entrar a su territorio a los peregrinos.
Los reportes indican que el segundo lote inició el viaje en las últimas horas desde San Pedro Sula, norte de Honduras. La mayoría argumenta que la falta de empleo y la inseguridad son las motivaciones principales para abandonar el país.
Sin embargo en esta cruzada hay algo diferentes. El presidente Donald Trump está en campaña para las presidenciales de 2020 y ha realizado movimientos puntuales para mantener viva una de las motivaciones con la que logró la votación de los colegios electorales para acceder a Washington: El espíritu anti-inmigrante.
El peso del problema se lo ha trasladado a México, “que debe hacer todo lo necesario para que los inmigrantes no crucen su territorio para acceder a la frontera binacional”, con la amenaza del cierre de la frontera, intimidación que podría hacer que AMLO tome decisiones que afecten los planes de las caravanas.
De acuerdo a servicios periodísticos apostados en Honduras se supo que el primer grupo, con alrededor de un centenar de personas, compuesto por hombres, mujeres y niños, salió anoche, entre las 23:00 y 23:30 horas locales (05:00 y 05:30 GMT), mientras que el segundo entre las 05:00 y 06:00 de este miércoles, desde la Gran Central de Autobuses de San Pedro Sula.
La agencia española estatal de noticias tuvo acceso a testimonios que han sido recogidos de diferentes portales, desde donde tomamos las palabras del peregrino que mencionado como Luis Antonio Álvarez, de 23 años, dijo que iba en la aventura con primos y amigos, que en grupo de unos quince, tenían la esperanza de llegar a los Estados Unidos.
Agregó que se va porque “aquí está difícil conseguir trabajo” y que este es “el segundo intento” que hace por llegar a Estados Unidos, desde el del 13 de octubre de 2018, cuando más de un mil hondureños salieron en caravana hacia el país del norte.
Álvarez señaló que procede de Tegucigalpa y que de llegar a Estados Unidos se reencontrará con su esposa, y su hija, de cinco años, “quienes se fueron con coyote”.
“Ellas ya están allá, espero llegar para que nos encontremos”, expresó Álvarez, sin precisar detalles de su esposa y su hija.
Dijo además que no teme al peligro que implica el largo recorrido, principalmente en México, donde muchos inmigrantes son víctimas de múltiples abusos por parte de bandas criminales.
En su opinión, para no tener problemas en México “con no molestar a nadie es suficiente, porque al mexicano le gusta que lo traten bien y que no se irrespeten sus leyes”.
Álvarez señaló que él y el resto del grupo, todos de Tegucigalpa, llevan “muy poco dinero, casi solo con lo del bus”, para pagar el pasaje entre San Pedro Sula y el sector de Agua Caliente, en el departamento occidental de Ocotepeque, fronterizo con Guatemala.
Otros emigrantes, hombres y mujeres, respondieron escuetamente, sin identificarse, que se van del país porque en Honduras no tienen trabajo.
Algunos de los emigrantes, que dijeron ser de comunidades de los departamentos de Cortés, Yoro y Santa Bárbara, norte y occidente del país, van en grupos familiares, mientras que otros son amigos y algunos se han conocido en la terminal de autobuses.
Desde la primera caravana, de octubre de 2018, y otra de enero de este año, las autoridades hondureñas han venido difundiendo campañas con llamamientos a no viajar de manera irregular por el peligro que implica por las bandas criminales y traficantes de personas.
También es reiterado el mensaje de que Estados Unidos no les concederá asilo, ni es cierto que, por el hecho de que se hagan acompañar de niños, les permitirán ingresar a ese país.