Un viejo aeródromo de New York en desuso es el albergue de unos 1.800 migrantes que se han convertido en símbolo de la crisis migratoria que vive la ciudad desde hace casi dos años.
Estas familias permanecen aisladas en este lugar ubicado en una bahía en el extremo sur de Brooklyn, donde han dicho que están empezando su vida desde cero. Así lo han dicho a la AFP varios solicitantes de asilo de Latinoamérica, África, China y Rusia, que fueron enviados a la base de Floyd Bennett Field ante la falta de alojamientos en la urbe.
Hasta 500 familias pueden pernoctar en grandes carpas en las que se han instalado camas de campaña pegadas unas a otras. Hay otras carpas en las que están los espacios colectivos para las comidas y las gestiones administrativas.
El lugar está ubicado a más de una hora de la ciudad, cuyos rascacielos se ven a lo lejos, y en las inmediaciones no hay comercios ni servicios.
Lejos de la frontera con México, que a diario cruzan miles de migrantes se erige un tema grave de la política estadounidense, representado en las grandes carpas blancas de la base Floyd Bennett Field, en cuyo recinto es inaccesible a la prensa, se encarna lo que el alcalde de New York, Eric Adams, califica de “crisis humanitaria”.
Puerta de entrada para millones de inmigrantes a Estados Unidos en el siglo XX, Nueva York está obligada por ley a proporcionar un techo a aquel que lo solicite.
Desde la primavera de 2022 ha dado alojamiento de emergencia a más de 180.000 personas que se han ido de Venezuela, Ecuador y Colombia, pero también de Guinea, Senegal, Mauritania, Rusia y Haití.
Actualmente, cerca de 65.000 personas siguen alojadas en más de 210 centros de acogida como hoteles y gimnasios, y en “centros humanitarios” como la citada vieja base aérea.
La elección del este lugar ha sido muy criticada. “Floyd Bennett Field no es en absoluto un lugar apropiado para alojar a familias sin techo con niños. Las familias están realmente en medio de ninguna parte, no hay intimidad, las duchas y los baños están en carpas separadas”, lamenta el director de la asociación Coalición para los Sin Techo, Dave Giffen.
El pasado enero, una fuerte tormenta obligó a evacuar el lugar y a realojar a los ocupantes en un instituto educativo en Brooklyn, donde los alumnos no pudieron asistir a clases al día siguiente, provocando la ira de padres y políticos.
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Según Dave Giffen, la ciudad que se queja de que las autoridades federales la han dejado sola para hacer frente a esta crisis nacional, quiere disuadir a los migrantes para que no vengan a New York. Desde finales del 2023, limita la estancia máxima en los albergues a 60 días para las familias y a 30 para las personas solas antes de empezar a solicitar alojamiento de nuevo.
La alcaldía proporciona comida, asistencia médica, escolarización para los niños y asesoramiento de trabajadores sociales para las gestiones administrativas y clases de inglés. También funciona un servicio para facilitar los desplazamientos.