En un rincón de Kensington Avenue, donde el bullicio de la ciudad nunca cesa, Mildred Bermonty ha construido un espacio donde los sueños de los pequeños emprendedores cobran vida. Su negocio, Consultoría Amigas Unidas, nació de una simple necesidad: ayudar a otros a navegar el complicado mundo de los permisos, registros y licencias empresariales. Hoy, es una referencia para latinos que buscan formalizar sus negocios y contribuir al crecimiento económico de Philadelphia.
Mildred nunca imaginó que su camino la llevaría al mundo de la consultoría empresarial. Con una formación en informática forense y justicia criminal, su carrera había estado enfocada en el sector educativo y comunitario. Sin embargo, todo cambió durante la pandemia.
Mientras trabajaba desde casa, comenzó a ayudar a su esposo a organizar la documentación de su empresa de remolques. Pronto, otros dueños de negocios notaron su habilidad y comenzaron a pedirle ayuda. “Me di cuenta de que muchas empresas latinas operaban sin estar registradas y sin las licencias necesarias”, explica. “Eso las ponía en riesgo y limitaba su crecimiento”.
Así fue como, casi sin planearlo, Mildred se convirtió en la asesora de referencia para muchos empresarios locales.
Lo que comenzó como una ayuda a amigos y conocidos pronto se convirtió en una oportunidad de negocio. “Llevaba años ayudando a la comunidad, pero nunca pensé en hacerlo como mi propio emprendimiento”, dice.
Tomar la decisión de formalizar Consultoría Amigas Unidas no fue fácil. Dejar la estabilidad de un empleo para apostar por un negocio propio conllevaba incertidumbre, pero Mildred tenía clara su misión: empoderar a otros.
Uno de sus primeros pasos fue participar en el programa Coaching for Impact de Chase for Business, donde adquirió herramientas clave para estructurar y hacer crecer su empresa.

Desde su graduación en el programa de Chase, Mildred ha experimentado un crecimiento significativo. Pasó de trabajar desde su casa a establecer una oficina en 3571 Kensington Avenue, en pleno corazón de la comunidad latina. Además, recibió apoyo financiero, incluyendo un subsidio de la ciudad de Philadelphia para mejorar la seguridad de su negocio.
Lo más impresionante es el impacto que ha logrado en la comunidad. “El año pasado ayudé a abrir 39 negocios, de los cuales 30 son liderados por mujeres”, comenta con orgullo. Su enfoque va más allá del trámite: acompaña a los emprendedores en cada paso del proceso, asegurándose de que tengan las herramientas para mantenerse a largo plazo.
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Para muchos latinos, abrir un negocio en Estados Unidos es un desafío lleno de barreras burocráticas y lingüísticas. Mildred se ha convertido en una aliada para aquellos que sienten que el sistema les pone obstáculos.
“Muchas mujeres vienen con miedo porque no hablan inglés y piensan que eso las limita. Les digo: ‘Yo soy tu voz. No te rindas’”, cuenta. Su compromiso es tal que, incluso cuando los clientes no pueden pagarle de inmediato, les permite liquidar su deuda más adelante o simplemente recomendar sus servicios a otros.
“Esto no es solo un negocio para mí. Es una forma de devolverle algo a mi comunidad”, afirma.
A un año de haber completado el programa de Chase, Mildred sigue recibiendo su apoyo a través de mentoría y oportunidades de financiamiento. Pero su visión va más allá: está en proceso de crear una organización sin fines de lucro para brindar ayuda gratuita a emprendedores con menos recursos.
También tiene planes ambiciosos para su comunidad. “Si todo sale bien, el próximo año Philadelphia verá algo que nunca ha tenido antes en el norte de la ciudad”, dice con una sonrisa misteriosa.
Mildred quiere que su historia inspire a otros a dar el primer paso. “Nos llaman minorías, pero en realidad somos la mayoría. Somos quienes construimos esta ciudad, quienes abrimos negocios y generamos empleos”, afirma con determinación.
Su mensaje es claro: “No dejen que el miedo los detenga. Luchen por su negocio, busquen apoyo y confíen en su potencial”.
Con pasión y compromiso, Mildred Bermonty está cambiando la vida de muchos emprendedores latinos, uno por uno, asegurándose de que ningún sueño quede en el camino.
Por: Martin Alfaro