Miguel Ángel Camargo es un claro ejemplo de cómo la cultura puede cruzar fronteras y mantener viva la identidad de un pueblo, incluso lejos de su tierra. Este contador público de profesión, originario de Colombia, llegó a Estados Unidos hace diecisiete años. Desde entonces, ha dedicado su vida a mantener vivo el espíritu del Carnaval de Barranquilla, convirtiéndose en un verdadero embajador del folclor colombiano en el exterior.
Desde su llegada al extranjero, Camargo fue consciente de que lo que más extrañaría sería el Carnaval. Como bien dice el lema que lo acompaña: “quien lo vive es quien lo goza”. Con nostalgia, recordaba las danzas de marimondas, los monocucos, y las comparsas en las que alguna vez participó, esas mismas que han hecho que este carnaval sea considerado, desde 2003, una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO.
“Uno siempre lleva el amor hacia su país”, expresó Camargo en una entrevista. Ese amor fue el motor que lo impulsó a crear algo que representara a Colombia dignamente fuera de sus fronteras. Junto a unos amigos, decidió fundar un grupo que representara el folclor colombiano en los Estados Unidos. Así nació Quillami, un nombre que mezcla “Quilla” (de Barranquilla) con “Miami”, ciudad que los acogió. Esta combinación no solo representa dos lugares geográficos, sino también la fusión de culturas, tradiciones y sueños.
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Quillami comenzó como un grupo cultural y hoy es una escuela de formación artística que cuenta con 32 integrantes entre niños, adolescentes y adultos. Su objetivo va más allá de enseñar pasos de baile: busca transmitir la riqueza del folclor colombiano, especialmente del Caribe, a nuevas generaciones y a comunidades multiculturales. A lo largo de los años, Quillami se ha convertido en una ventana de Colombia al mundo, mostrando el valor y la alegría del Carnaval.
En sus ensayos, no solo participan colombianos. También hay centroamericanos y estadounidenses que se han enamorado de la cumbia, el mapalé, el bullerengue y otros ritmos autóctonos. La enseñanza no se limita a pasos coreográficos; se trata de comprender el significado de cada danza, la historia detrás de cada vestuario, y el espíritu festivo y resiliente que caracteriza a la cultura costeña.
Para Camargo, el grupo no solo ha sido un proyecto cultural, sino una herramienta emocional que lo ayudó a adaptarse a su nueva vida en el extranjero. “Me ayudó a seguir en este país”, confesó. A través del folclor, encontró una forma de expresión, pertenencia y propósito. Quillami le permitió no solo sentirse más cerca de Colombia, sino también compartir esa cercanía con otros.
La autenticidad es uno de los pilares de Quillami. Cada presentación se prepara con esmero, respetando los detalles tradicionales. Los trajes típicos son enviados desde Colombia para asegurar que el espectáculo mantenga la esencia original. Además, se busca mantener la narrativa cultural, explicando al público extranjero el valor simbólico de cada baile y personaje.
El grupo ha participado en múltiples eventos en Estados Unidos, incluyendo festivales multiculturales, carnavales y celebraciones patrias. Cada presentación es una fiesta de color, ritmo y orgullo colombiano. Para muchos migrantes, ver a Quillami en acción es una forma de reconectar con sus raíces y sentirse, aunque sea por un momento, de vuelta en casa.
El impacto de Miguel Ángel Camargo y Quillami no ha pasado desapercibido. El 15 de junio del 2023, Camargo recibió un Certificate of Special Congressional Recognition en el Capitolio de Washington, D.C., un reconocimiento otorgado por el Congreso de los Estados Unidos por su valiosa contribución a la cultura y a la comunidad. Este prestigioso galardón resalta la importancia de su labor y el respeto que ha ganado a nivel nacional. Además, ha recibido numerosos reconocimientos adicionales en Estados Unidos por su trabajo artístico, educativo y comunitario.
Camargo atribuye el éxito del grupo a que nunca han desnaturalizado el carnaval. A pesar de vivir en otro país, han mantenido la esencia, la autenticidad y el respeto por sus raíces. “No solamente montamos los bailes sin sentido, incluso traemos los trajes típicos desde Colombia”, afirma con orgullo. Para él, cada presentación es una forma de decirle al mundo que Colombia está viva en sus tradiciones, y que su cultura sigue latiendo con fuerza, incluso fuera de su territorio.
Hoy, Miguel Ángel Camargo no solo es un migrante que añora su tierra, sino un líder cultural, un formador de nuevas generaciones, y un símbolo de cómo el arte y la pasión pueden construir puentes entre naciones. Su historia es inspiración para quienes creen que la distancia no borra la identidad, sino que la fortalece.
Por: Redacción Agencias