California, el Estado Dorado del territorio estadounidense, es la más reciente apuesta de los migrantes centroamericanos que desean llegar al país de las oportunidades.
Sin embargo, para lograr su cometido los migrantes deben sortear inimaginables peligros. Las autoridades migratorias californianas han documentado un “dramático” incremento de 92% de las embarcaciones que llevan indocumentados a sus costas.
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Cada vez son más frecuentes las precarias lanchas que se hacen pedazos en frente a las playas de San Diego mientras que sus ocupantes tienen que saltar al mar. California surge como una arriesgada alternativa debido a que se achican las posibilidades de pedir asilo en Estados Unidos y el muro fronterizo se hace cada vez más alto y más custodiado.
Durante años la posibilidad de ingresar por el Pacífico estuvo presente, pero pocos traficantes de personas se atrevían a embarcarse en esa peligrosa travesía. Pero todo cambió. Ahora la ruta comienza en las costas del estado mexicano de Baja California. Allí suelen congregarse los migrantes procedentes de distintos países centroamericanos.
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Lo que ignoran los desesperados migrantes es que las costas en esa región del Pacífico están abarrotadas de mortales acantilados. Además deben sortear un clima impronosticable, espantosas corrientes y gélidas aguas. En invierno descienden hasta los 2 ºC.