El pádel, disciplina nacida en México y popularizada en España y Argentina, se ha convertido en una auténtica tendencia en Miami. La ciudad, conocida por su afición al fitness y la vida social, ha adoptado este deporte no solo como ejercicio, sino también como un espacio de convivencia y prestigio.
En clubes y parques, las canchas se multiplican. “Es una actividad social de muy alto nivel”, afirmó la empresaria inmobiliaria María Mercedes Ortega, quien subraya que el atractivo del pádel trasciende lo deportivo. En efecto, las reuniones en torno al juego han reemplazado para muchos las salidas nocturnas tradicionales.
El fenómeno se intensificó durante la pandemia, cuando los residentes buscaron actividades seguras al aire libre. Para Sergio Montaner, dueño del Wynwood Padel Club, la clave está en el componente social. “Miami es una ciudad donde mucha gente no tiene familia; el pádel es el mejor lugar para conocer personas”, dijo.
El auge, sin embargo, tiene costos elevados. En complejos exclusivos como Reserve Miami en SoLé Mia, una reserva en cancha cubierta puede superar los 264 dólares, mientras que al aire libre ronda los 168 dólares por partido. Las membresías alcanzan los 500 dólares mensuales e incluyen servicios premium, desde vestuarios de lujo hasta espacios de coworking.
No obstante, el acceso no se limita al sector privado. Al menos tres parques de Miami-Dade ofrecen canchas públicas que suelen llenarse en horarios vespertinos, con tarifas más asequibles.
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La expansión no está exenta de retos. Algunos empresarios advierten que la especulación inmobiliaria podría frenar un crecimiento sostenible. Aun así, el entusiasmo es evidente: para jugadores locales y recién llegados, el pádel representa deporte, integración cultural y un estilo de vida.