En lo que va de año, más de medio millón de migrantes han cruzado la inhóspita selva del Darién, frontera entre Colombia y Panamá, en su camino hacia Estados Unidos. Esta cifra constituye un récord y duplica los registros de todo 2022 según confirmó el ministro de Seguridad de panameño, Juan Manuel Pino.
Con anterioridad el ministerio de Seguridad había informado que hasta el 31 de octubre 458.000 migrantes, de ellos casi 300.000 venezolanos, cruzaron la frontera natural del Darién que abarca 266 kilómetros de longitud y 575.000 hectáreas de superficie.
Esta selva se ha convertido en un corredor vial para los migrantes que desde Suramérica tratan de llegar a Estados Unidos a través de América Central y México.
El récord de más de 500.000 supera en 100% la cifra de todo el año anterior, cuando pasaron por la inhóspita jungla 248.000 personas, de acuerdo con datos oficiales de Panamá.
Además de venezolanos, la selva la cruzan principalmente ecuatorianos, haitianos y chinos, pero también hay vietnamitas, afganos y de países africanos. Hay personas de todas las edades, incluso recién nacidos.
La situación ha obligado al Gobierno de Panamá junto a organizaciones internacionales, a instalar centros de atención para migrantes en distintos puntos del país.
“Las miles de personas migrantes que arriesgan su vida, a menudo junto con su familia, necesitan una respuesta de protección y asistencia humanitaria inmediata y continua”, ha dicho Olivier Dubois, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja para México y América Central.
Los migrantes “enfrentan peligros” y tienen necesidades de protección específicas, “especialmente si fueron víctimas de violencia sexual, extorsión, secuestros u otros delitos”, agregó Dubois en una rueda de prensa en la capital de Panamá según reseña la AFP.
Para tratar de contener esta ola migratoria, las autoridades panameñas anunciaron en septiembre pasado una serie de medidas, como el aumento de las deportaciones de las personas que ingresen de manera irregular al país.
Tras cruzar la selva miles de migrantes llegan a la aldea de Bajo Chiquito donde pernoctan a la intemperie mientras hacen fila para abordar a la mañana siguiente unas embarcaciones que los trasladarán a un albergue en Lajas Blancas, navegando casi tres horas por el río Tuquesa con una tarifa de 25 dólares por pasajero.
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En Bajo Chiquito hay personal de agencias de la ONU como Acnur y OIM, así como de Médicos sin Frontera y la Cruz Roja para asistir a los migrantes.
Desde Lajas Blancas siguen en buses, pagando otros 40 dólares, para cruzar Panamá rumbo a la frontera con Costa Rica y luego siguen a Nicaragua, Honduras, Guatemala y México, hasta llegar a la frontera con Estados Unidos.