El devenir del mundo en muchas ocasiones ha sido una suerte de propuesta que flotó en los “think tanks” diseminados en los Estados Unidos y en otros países con altas capacidades de análisis de datos.
Los “think tanks” o laboratorios de ideas como se les conoce en español, son organizaciones que investigan y ofrecen recomendaciones para la toma de decisiones. En un mundo convulso como el que vivimos hoy, representan espacios iluminadores.
Las trece universidades de la Ivy League son en sí mismas un “think tanks” y desde sus espacios se han sugerido soluciones a materias de diversa índole. Su propósito es analizar un tema, ofrecer información sobre él y proporcionar recomendaciones.
De acuerdo a datos obtenidos por fuentes cercanas a UPenn hay más de 8 mil y están distribuidos por todo el mundo. Algunos centran sus investigaciones en entornos muy concretos, mientras que los hay con un alcance más global.
La misión última de estos laboratorios de ideas es, como recogen en la escuela de negocios influenciar. “Podría decirse que existen para movilizar conocimientos e ideas. Y para influir en el proceso de formulación de políticas. Su razón de ser es servir como catalizadores importantes para las ideas y la acción”.
Aunque la conformación de los núcleos de “think tanks” ha mermado en 12% en la última década, el uso de big data, inteligencia artificial, Deep learning para el acabado de sus análisis los han tornado en más efectivos.