Muchos demócratas desde los tiempos de las presidenciales en las que Hillary Clinton falló, han querido hacer de Barack Obama un donador de su carisma, fuerza y oratoria, un capital político muy duro de trasfundir, pero del que muchos aspiran tener un poco, así como si se tratase de la “línea celular HeLa”.
A la fecha las pruebas fallidas son innumerables. La meta de los laboratorios de campaña es añadir esperanzas a los que han propagado ser auténticos herederos del linaje del hawaiano afrodescendiente y en la lista de los que piden el derecho de sangre se cuenta a Julián Castro, Deval Patrick, Elizabeth Warren y el urgido Joe Biden.
El ex presidente Obama es el demócrata más popular, posiblemente con un pico muy cercano al alcanzado por J.F. Kennedy. Sin embargo sus poderes son intransferibles, y su fisiología de animal política única y su hallazgo solo es comparable con las celulas de Henrietta Lacks, no en balde Barack Husein Obama es en la historia de la Unión el único presidente afroamericano.
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Entre muchos, uno de estos guardianes patrimoniales, Pete Buttigieg, es el único que ha logrado mantener por tiempos prolongados las células de Obama en su torrente, retórico, empático y óptico, condición que puede explicarlo como el fenómeno que aún es. No obstante las pruebas no ha servido para hacer una vacuna que los “ayude a caminar” solidarios por un mismo sitio.
Examen microscópico
En el porta objetivos todos se ven espectacularmente bien. Como cuerpos celulares han replicado actitudes, tonos y hábitos que los hacen merecedores de portar “la sangre de origen”. Y sus esfuerzos son visibles y en los registros se hayan discursos, presentaciones en televisión y en mítines donde han dicho “que están orgullosos de haber sido parte de la administración de Barack Obama”.
El problema nace cuando por separado cada candidato es colocado en una “placa de Petri” y se intenta un cultivo con la herencia Obama.
De acuerdo al “investigador sociopolítico” Eddie Vale, quien es socio del grupo New Paradigm Strategy y veterano de las campañas políticas y legislativas demócratas y progresistas con experiencia en comunicaciones, “puedes hablar mucho de Obama, pero aun así no eres Obama (…) Era un candidato, activista y orador fantástico. No importa cuánto interactuaras con él o lo elogiaras ahora, eso todavía no te da sus talentos innatos (…) Si me pongo una camiseta de los Bulls eso no me convierte en Michael Jordan”.
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Esta es una sencilla explicación que nos puede orientar en torno al por qué los candidatos en la órbita de Obama no capitalizan los lazos personales para hacerse ganadores.
Pruebas fallidas
Uno de los fracasos más grandes podría ser el del exvicepresidente Joe Biden. Sin embargo hay que advertir que el hombre de Pittsburg pidió a su antiguo jefe que no lo respaldara. Y hasta hoy y como van las cosas hay muchos que advierten que es temprano para descartar a Biden.
La otra tragedia la encarna Beto O’Rourke, de quien Dan Pfeiffer, ex asesor principal de Obama, dijo: “Nunca he visto a un candidato al Senado -incluido Obama en 2004- inspirar el tipo de entusiasmo que Beto mostró en su carrera”.