La invasión de Rusia a Ucrania y la resultante crecida de los precios de la energía a nivel global hicieron que la inflación se disparara en febrero en Estados Unidos, donde la tasa interanual alcanzó el 7,9 %, una cifra que no se observaba desde enero de 1982.
Este jueves 10 de marzo la Oficina de Estadísticas Laborales publicó la cifra (7,9 %) que está cuatro décimas por encima de la tasa de enero que ya estaba catalogada como un récord, desatando muy malos pronósticos para marzo, un mes que reflejará por completo los efectos de la guerra en el suministro mundial de materias primas.
Los ataques de Rusia sobre Ucrania comenzaron el 24 de febrero, sin embargo se venían previendo a lo largo de todo ese mes. Es por eso que se presume que la cifra divulgada hoy fuera afectada por la anticipación del conflicto.
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Rusia es uno de los mayores exportadores de petróleo y gas en el mundo, y la guerra con Ucrania ha desequilibrado todos estos mercados a nivel global. Los precios de la energía, como gasolina, petróleo, electricidad y gas natural, se incrementaron un 25,6 % en febrero en Estados Unidos, liderados por el precio del crudo con un aumento del 43,6 % interanual, mientras que la gasolina subió un 38 %.
El precio del gas aumentó en febrero un 23,8 % interanual, y el de la electricidad un 9 %. El precio de la gasolina y del crudo está marcando récords en marzo a medida que el conflicto cobra intensidad, de manera que la próxima cifra de inflación podría ser todavía mayor.
Además del crudo y el gas, la guerra también está afectando a los precios del trigo y de los metales preciosos, dos mercados en los que Rusia y Ucrania son grandes productores.
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Antes de la invasión de Rusia de Ucrania, los precios en Estados Unidos ya se habían disparado debido al desequilibrio entre oferta y demanda como consecuencia de la pandemia de COVID-19, una situación que tanto la Casa Blanca como la Reserva Federal estaban tratando de canalizar.
Pero el estallido de la guerra añade más incertidumbre al incluir un factor que se escapa a las políticas gubernamentales y de las herramientas monetarias de la Reserva Federal. Esto hace más difícil luchar contra la elevada inflación desde las instituciones estadounidenses.