El 20 de julio es el día que simboliza la independencia de Colombia de la colonización española, por lo que esta fecha es la celebración patriótica más importante del país. Aunque se considera que ese día de 1810 fue apenas el inicio la campaña independentista que continuó hasta 1819 con el triunfo de Simón Bolívar frente a las tropas realistas y culminó con la disolución de la Gran Colombia en 1830.
Inspirados por los movimientos independentistas que surgían en el continente americano, que ya habían conseguido la victoria en Estados Unidos (1775-1783) y en Haití (1791-1803), en 1808 los neogranadinos se valieron de la usurpación del trono del rey Fernando VII por parte del imperio napoleónico y el vacío de poder que esto generó en las colonias latinoamericanas, así como de la crisis sanitaria en el territorio peninsular por la viruela y la fiebre amarilla, para ejecutar el proceso de independencia del entonces denominado Virreinato de la Nueva Granada.
Comenzó a aflorar en los criollos un sentimiento de autogobierno que se radicalizó cuando las Cortes de Cadiz no reconocieron esa autonomía y luego ese sentimiento se fomentó en las otras colonias y se materializó con el llamamiento a cabildos abiertos, la conformación de juntas de gobierno y la proclamación de la autonomía de las provincias.
La primera ciudad que declaró su autonomía en este proceso fue Cartagena, el 22 de mayo de 1810; siguió Cali el 3 de julio y El Socorro el 10 de julio, para terminar con el famoso 20 de julio, fecha en la que se firmó el acta, aunque el movimiento independentista se venía engendrando desde finales del siglo XVIII, con más intensidad desde la Rebelión de los comuneros en 1781.
Aquel célebre florero
La mañana de aquel viernes 20 de julio, un día de mercado en que las calles de Santafé, hoy Bogotá, estaban muy concurridas, el cabildo Antonio Morales ideó un plan que sirviese de excusa para generar una revuelta. La maniobra consistía en visitar el negocio de José González Llorente, un reputado comerciante español, a pedirle un florero para decorar un banquete dedicado a Antonio Villavicencio, el encargado por los españoles de formar una junta local en la Nueva Granada.
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Cumpliendo con las expectativas de Morales, Llorente rechazó proceder al préstamo y mostró un gran desprecio “a Villavicencio y a todos los americanos”. Así, las palabras del comerciante español desencadenaron una pelea física que terminó en la sublevación del pueblo contra los españoles.