La electricidad en un auto tiene tanta importancia como nunca antes tuvo en la historia. Todo lo que no tiene directa relación con el funcionamiento mecánico, depende de esta.
La inyección electrónica de combustible y el encendido del motor intervienen en la gestión del motor, pero más allá de esos modos de gestión, están los tableros de luces e instrumentos en los que se leen datos vitales como velocidad, RPM, consumo de combustible y temperatura.
Prácticamente todo en un auto es eléctrico, más allá de la combustión de la gasolina y el aire dentro del motor, y para evitar accidentes generados por la electricidad, existen los protectores de consumo llamados fusibles.
Cada circuito eléctrico de un auto pasa por la caja de fusibles, por separado. En caso de detectarse alguna anomalía como sobrecarga de tensión o cortocircuito, será uno de estos el que lo detenga cortando el paso de la corriente.

Por este motivo, cuando un fusible se quema, lo correcto es acudir a un taller de autos para solucionar el problema de origen. Si solo se cambia, se dañará nuevamente.
El otro dispositivo que requiere atención es el alternador. Este funciona cuando el motor está en marcha y tiene la misión de mantener la batería cargada y todo el sistema eléctrico en funcionamiento.
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Si el alternador funciona mal, el vehículo puede arrancar mientras tenga carga la batería, pero una vez que se descargó, no podrá recuperar electricidad y por lo tanto, el motor perderá potencia hasta detenerse.
La electricidad de un automóvil es tan importante como la necesidad de generar una chispa dentro de la cámara de combustión de un motor, para que el aire y la gasolina combinados, exploten y hagan que el pistón baje por el cilindro, mueva el cigüeñal y la transmisión lleve ese movimiento giratorio a las ruedas para que empiecen a avanzar.
Aunque no se vea, la corriente es mucho más compleja de lo que se podría imaginar, y comanda todas las funciones del auto.
Sin electricidad, un motor jamás se encendería. Una vez que se estableció este funcionamiento, los fabricantes s dieron cuenta de que con la electricidad se podían hacer muchas otras cosas.

En los primeros automóviles, a finales del siglo XIX, una gran batería se cargaba por medio de un dínamo y luego esa electricidad era la que se utilizaba para mover el motor de arranque que diera inicio al funcionamiento del motor de combustión.
En la década de 1950 fue cuando los autos comenzaron a tener equipamientos que requerían electricidad para funcionar. En ese momento apareció el alternador, un equipo capaz de producir corriente alterna, que no tiene problemas para generar a bajas revoluciones, lo que le permite alimentar mayor demanda.
Los primeros elementos que necesitaron electricidad fueron las luces delanteras de potencia, las de giro que reemplazaron a unos semáforos mecánicos que se usaban hasta entonces, y por último llegaron los calefactores, la radio y el encendedor de cigarrillos.
Después aparecieron las luces traseras, más adelante los limpiaparabrisas y luego los primeros equipos de aire acondicionado.