Naciones Unidas debería declarar ya la existencia de una emergencia humanitaria sin precedentes en Venezuela y liderar una respuesta a gran escala para hacerle frente a la crisis.
Esa es la recomendación principal de un informe conjunto entre la Universidad de Johns Hopkins y Human Rights Watch en el que presentan una evaluación sobre el colapso del sistema de salud y los efectos que está causando la malnutrición y la ausencia de medicinas en Venezuela.
El informe, titulado “La emergencia humanitaria en Venezuela: se requiere una respuesta a gran escala de la ONU para abordar la crisis de salud y alimentaria”, es el producto de un año de investigaciones y entrevistas con más de 150 personas tanto en Venezuela como en los países fronterizos.
El reporte documenta un alarmante aumento de los niveles de mortalidad materna e infantil, brotes de enfermedades que podrían prevenirse con vacunación, como el sarampión y la difteria; incrementos drásticos en la transmisión de enfermedades infecciosas, como malaria y tuberculosis; elevados niveles de inseguridad alimentaria y desnutrición infantil, y una a alta proporción de niños ingresados en hospitales con desnutrición.
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De acuerdo con el informe el gobierno de Nicolás Maduro no solo ha demostrado que no tiene capacidad para enfrentar la crisis sino que la ha agravado al negar su existencia y censurar información sobre su magnitud.
“Por más que lo intenten, las autoridades venezolanas no pueden ocultar la realidad del país. El colapso absoluto del sistema de salud de Venezuela, combinado con la escasez generalizada de alimentos, está agudizando el calvario que viven los venezolanos y poniendo a más personas en riesgo. Necesitamos del liderazgo de la ONU para contribuir a terminar con esta grave crisis y salvar vidas”, dice Shannon Doocy, PhD y profesora asociada de Salud Internacional de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, quien realizó investigaciones en la frontera de Venezuela.
La propuesta de los autores es que el secretario de la ONU António Guterres, declare “una emergencia humanitarias compleja” en Venezuela, un principio técnico en las normas de Naciones Unidas que permitiría destrabar la movilización de recursos humanos y materiales suficientes para abordar las necesidades urgentes del pueblo venezolano.
Dado su carácter, Maduro se vería contra la pared en caso de rechazar el ingreso de ayuda producto de una declaratoria semejante.
Así mismo piden encargarle al coordinador de Socorro de Emergencias de la ONU, quien también dirige la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, que aborde la crisis venezolana como un asunto prioritario que requiere movilización de esfuerzos y recursos de asistencia humanitaria a gran escala.
El reporte destaca también como la migración de venezolanos a otros países de la región está provocando un infarto en los sistemas de salud de estos países.
“Las autoridades venezolanas públicamente minimizan la crisis, censuran información, hostigan y toman represalias contra quienes recopilan datos o informan sobre lo que ocurre, y además hacen poco o nada para paliar el sufrimiento del pueblo. Estas autoridades son responsables por la pérdida innecesaria de vidas que ha causado su negación de la crisis y sus políticas de obstrucción”, dijo por su parte José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch.
El informe también recopila información que ha sido reproducida por otras agencias internacionales como la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud.
Mencionan por ejemplo, que de tener solo un caso de sarampión entre el 2008 y 2015, ya se han reportado más de 9.300 desde junio de 2017. Igualmente se ha pasado de no tener un solo caso de difteria a más de 2.500 desde el 2016. También registran un aumento impresionante en casos de malaria: de 36.000 en 2009 a 414.000 en 2017 y la duplicación de los casos de tuberculosis desde el 2014.
A su vez, las mismas estadísticas del Estado venezolano indican un incremento del 65 % en mortalidad materna y un 30% de mortalidad infantil, una cifra que no se había registrado en ningún país de la región desde la década de 1990.
Citan igualmente un reporte de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU según el cual entre 2015 y 2017 unos 3,7 millones de venezolanos (el 12 % de la población) estaban subalimentados, comparado con el 5 % que estaban en esta situación entre el 2008 y el 2013.
Pero extraoficialmente, los investigadores del reporte sostiene que hoy día la mayor parte de los hogares venezolanos están en una situación de inseguridad alimentaria y que el nivel de niños menores de cinco años con desnutrición moderada o severa es extremadamente alto.